Hollande con Buteflika durante la visita del presidente francés a Argel. /foto: www.elysee.fr |
Mientras todo el mundo tiene el ojo puesto en la nueva
intervención de EEUU en Irak contra el Estado Islámico, ha pasado desapercibida
la gran intervención que Francia ha puesto en marcha en el Sahel africano. Se
trata de la Operación Berkhane iniciada el pasado 1 de agosto a partir de la operación
Serval con la que intervinieron el año pasado en Malí para acabar supuestamente
con la amenaza yihadista que se había extendido por el norte de este país y, sobre todo, frenar la secesión proclamada por los tuareg.
Según ha explicado el Gobierno de Hollande, esta nueva misión
no sólo pretende sustituir a la operación Serval en Malí, donde quedará una
base fija de unos mil efectivos franceses, sino que amplía su radio de acción
para crear un “cinturón” de lucha antiterrorista en cinco países del norte de
África, todos ellos antiguas ex colonias africanas francesas: además de Malí,
Chad, Burkina Faso, Níger y Mauritania.
La base de este operativo con el que el ministerio de
Defensa galo se propone contrarrestar la amenaza yihadista desde el Cuerno de
África hasta Guinea Bissau, emplea ya a unos 3.000 efectivos que podrían
ampliarse según necesidad y que tendrán su base principal en Yamena, la capital
chadiana.
En el marco de este despliegue, Hollande tiene un objetivo
que quiere cumplir cuanto antes: intervenir en Libia. Oficialmente, el pretexto
es acabar con el caos en que este país africano se hundió desde que lo tocó la
revuelta de la llamada primavera árabe que acabó con el régimen de Muammar el
Gaddafi. Pero el argumento no le convence al presidente argelino Buteflika que
se ha negado en rotundo tanto a las propuestas francesas para que se una al
cinturón saheliano para dar cobertura a esta intervención, sino que ha
rechazado públicamente de plano toda intervención extranjera en sus fronteras.
Desde París se insiste machaconamente en que el avispero
libio amenaza la seguridad y estabilidad regional, incluyendo la de la vecina
Europa. Hollande pretende así convertir
su plan de intervención en una pata de esa respuesta global a la amenaza
islamista de Obama que él ha ido a respaldar esta semana a Irak (¡dónde
quedaron los tiempos del No a la guerra promovido por Chirac!).
Los temores argelinos ante los planes franceses para Libia
Desde Argel, se contesta que una intervención armada no es
la solución para acabar con el desastre libio y que cabe la posibilidad,
incluso, de que empeore las cosas.
Hay voces que con menos diplomacia acusan claramente a Francia de querer
llevar adelante una dinámica similar a la que algunos llaman ya la tercer
guerra de EEUU en Irak, en la que la materia prima la ponen los occidentales si
bien dándole una apariencia de coalición regional gracias a la participación de
países que, en la Operación Berkhane, son destacados y sumisos peones de la Françafrique.
Los hay también en Argelia que, sin pelos en la lengua, han dicho alto y claro que el auténtico objetivo de esa intervención en Libia es debilitar la influencia argelina y su posición de potencia regional haciendo su propio juego, generalmente en discordia con los objetivos franceses, como se ha visto con claridad en la cuestión del Sáhara Occidental. En Argel se dice que ese mismo objetivo fue el que hizo que Francia (y no EEUU como solemos decir en España) fuese la principal potencia instigadora de la intervención de la Otan en apoyo de los sublevados al coronel libio Muammar el Gaddafi a la que Argelia, por cierto, también se opuso.
Los hay también en Argelia que, sin pelos en la lengua, han dicho alto y claro que el auténtico objetivo de esa intervención en Libia es debilitar la influencia argelina y su posición de potencia regional haciendo su propio juego, generalmente en discordia con los objetivos franceses, como se ha visto con claridad en la cuestión del Sáhara Occidental. En Argel se dice que ese mismo objetivo fue el que hizo que Francia (y no EEUU como solemos decir en España) fuese la principal potencia instigadora de la intervención de la Otan en apoyo de los sublevados al coronel libio Muammar el Gaddafi a la que Argelia, por cierto, también se opuso.
Por la
misma razón, tampoco les pareció una casualidad que, seguidamente, fuese
Francia el primer Estado en reconocer al supuesto Gobierno de transición de
Mustafa Abdel Jalil. Tampoco han olvidado lo que Sarkozy le contestó a la
entonces estrella en ascenso hoy olvidada, que pidió la intervención de Francia
ante el apoyo que él aseguraba los argelinos estaban dando a las fuerzas de
Gaddafi: “Tened paciencia, ya veréis lo que ocurre en Argelia en un año”… “Hoy
Libia, Argelia en un año e Irán en tres..."
Hollande en su reciente visita a Irak en apoyo a la lucha contra el Estado Islámico./www.elysee.fr |
No se cumplieron las previsiones de Sarkozy sino las del
presidente Buteflika que advirtió ya entonces que las soluciones impuestas
desde afuera no iban a resolver el problema. Tras la intervención, Libia fue a
peor y fue el punto de arranque de esa otra guerra que puso en llamas el norte
de Malí. En cuanto a Argelia, la metedura de pata de Sarkozy con lo de “dentro
de un año le tocará a Argelia” sumada a la ansiedad desencadenada entre la
opinión pública argelina por el desastre libio y maliense amenazando con
extenderse a su casa, aseguraron que
Buteflika superase airoso unas nuevas elecciones.
Tres años después de la caída del coronel Gaddafi, sigue en Argel (y pese a los achaques de la edad) la clase política que humilló el colonialismo francés y que en París han visto desde la independencia argelina como el gran obstáculo a sus planes de permanencia neocolonial en la región. Lo cual no impide que en Argel muchos vean en la nueva misión saheliana de Hollande un nuevo intento de repetición de la jugada de Sarkozy a ver si esta vez les sale bien.
Tan fuerte es el sentimiento de esta amenaza que Hollande ha enviado esta semana a Argel el jefe del Estado Mayor francés, el general Pierre de Villiers. Se supone que la misión del general es la de intentar tranquilizar al primer ministro Abdelmalek Sellal. Todavía no hay señales de que el general le haya convencido de que esa tradicional política hostil y revanchista que tanto temen los políticos del FLN forma parte de una era que acabó con la visita del actual presidente Hollande a Argel en diciembre de 2012.
P.D. El viernes hablaremos de este asunto y otros muchos en el programa de radio de El Vórtice Entre Líneas. A las 12 horas en directo y los que no puedan pero quieran se lo descargan de la web o página facebook.
Tres años después de la caída del coronel Gaddafi, sigue en Argel (y pese a los achaques de la edad) la clase política que humilló el colonialismo francés y que en París han visto desde la independencia argelina como el gran obstáculo a sus planes de permanencia neocolonial en la región. Lo cual no impide que en Argel muchos vean en la nueva misión saheliana de Hollande un nuevo intento de repetición de la jugada de Sarkozy a ver si esta vez les sale bien.
Tan fuerte es el sentimiento de esta amenaza que Hollande ha enviado esta semana a Argel el jefe del Estado Mayor francés, el general Pierre de Villiers. Se supone que la misión del general es la de intentar tranquilizar al primer ministro Abdelmalek Sellal. Todavía no hay señales de que el general le haya convencido de que esa tradicional política hostil y revanchista que tanto temen los políticos del FLN forma parte de una era que acabó con la visita del actual presidente Hollande a Argel en diciembre de 2012.
P.D. El viernes hablaremos de este asunto y otros muchos en el programa de radio de El Vórtice Entre Líneas. A las 12 horas en directo y los que no puedan pero quieran se lo descargan de la web o página facebook.