Mandela durante su visita a Marruecos junto al entonces primer ministro marroquí Filali |
De hecho, el mensaje de pésame que el rey marroquí ha enviado al Gobierno surafricano de Jacob Zuma y la viuda de Mandela, Graça Machel, alude al desencuentro provocado por el giro surafricano que en 2004 culminó con el reconocimiento de Sudáfrica a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). No son los pésames momento oportuno para los reproches pero, al parecer, la intención del monarca alauita es explicar a su opinión pública que el responsable de que Sudáfrica se pasase al bando del Frente Polisario fue Thabo Mbeki, el hombre que sucedió a Mandela cuando éste comenzó a apartarse de la política en 1999. La conclusión que se saca de este texto es que, de haber sido por Mandela, Pretoria nunca hubiese reconocido a la RASD.
El mensaje comienza alabando la figura de Mandela por su
lucha por la “libertad, la justicia paz y tolerancia” en Sudáfrica. Pero,
seguidamente, Mohamed VI pasa a destacar la importancia que el liderazgo
regional de este país jugó bajo su batuta en la "preservación de la soberanía nacional e
integridad territorial” del resto de países africanos. El rey de Marruecos no se corta y añade
una coletilla que se supone es la consecuencia lógica de lo anterior pero que,
hasta la fecha, no tiene ningún soporte documental: “Durante su mandato (Mandela)
respetó la legitimidad de Marruecos en su Sáhara y nunca quiso reconocer ni
apoyar la partición de mi país”.
Mandela en Argelia con varios combatientes del FNL. |
Según
Mohamed VI, lo que explicaría esta actitud de Mandela es la ayuda “pionera
política y material” que Marruecos dio al actual partido gubernamental del
Congreso Nacional Africano (ANC) en los años sesenta, cuando todavía actuaba en
la clandestinidad. Este apoyo marroquí a la lucha contra el apartheid, añade,
hizo que “el difunto desarrollase una relación especial” y “singular” con su
país. Mandela, recuerda, agradeció esta ayuda con la visita que realizó a
Marruecos en 1994.
El texto
del pésame de Mohamed VI repite un guión que ya ha sido ampliamente utilizado
por la prensa oficialista marroqui para describir el reconocimiento de la RASD
en Suráfrica como una injusta deslealtad e inexplicable falta de
agradecimiento. Uno de sus objetivos es contrarrestar los argumentos de quienes
atribuyen el firme apoyo de Suráfrica al Polisario como el fruto de los muchos
errores políticos que han acabado aislando a Marruecos de la mayor parte de los
estados africanos.
En Rabat
suelen justificar este cambio de tornas por la supuesta deriva extremista que
tomó el ANC con sus líderes recluidos en Robben Island. La coartada es poco
consistente frente a quienes sostienen que este giro fue fruto del tradicional
sometimiento de Marruecos a la política exterior francesa que en los sesenta
tomó un rumbo tan a favor del régimen del apartheid, que los activistas
surafricanos llamaban al presidente francés de entonces De Gaulle El Boer. Una
gran diferencia por lo tanto, frente a la consistencia del apoyo que Argelia
siguió dando al ANC y que la prensa argelina ha desempolvado y aprovechado con
mucho orgullo en los homenajes con los que comenzó a dar tributo a Mandela en
cuanto se hizo pública la gravedad de su salud. Las fotos y testimonios sobre
el entrenamiento militar que el propio Mandela recibió en territorio argelino y
el decidido apoyo diplomático dado por el Gobierno del FLN a la lucha contra al
apartheid, son en este otro relato los elementos que explican que Argel fuese
el primer destino de Mandela en su primera gira al extranjero tras recuperar la
libertad en 1990.
Efectivamente,
el propio Mandela reconoció que Marruecos suministró armas y dinero a su
movimiento en los años sesenta. Ni siquiera en Argel niegan que su apoyo al ANC
inició en territorio marroquí: eran los tiempos en que Marruecos, el primer
Estado del Magreb en haber logrado la independencia, prestaba apoyo y refugio a
los movimientos de liberación que seguían luchando en sus fronteras. Lo normal,
dicen en Argel es que fuese en uno de los santuarios de la rebelión argelina en
territorio marroquí el lugar donde Mandela hizo su primera toma de contacto con
los muyaidines
argelinos cuya lucha contra el colonialismo francés dijo luego había sido una
gran fuente de inspiración para su propio combate. El problema de Mohamed VI es
que el relato de la ayuda marroquí a la lucha del apartheid se detiene tras la
detención de Mandela en 1962. Olvida decir, por ejemplo, que durante los 27
años que Mandela permaneció a partir de entonces en la cárcel, los gobiernos marroquíes se fueron
distanciando del ANC y trabando una vergonzosa aproximación al Gobierno de
Pretoria.
Mandela en un homanaje en Suráfrica a Abdelkrim el Jatib (el primero desde la derecha) y otros políticos marroquíes |
Otro elemento que le resta credibilidad a la versión de Mohamed VI es que en 1994, nada más ganar las primeras elecciones libres celebradas en Suráfrica, Mandela ya tenía clara su voluntad de reconocer a la RASD y así lo expresó por escrito en una carta que dirigió al presidente saharaui Mohamed Abdelaziz. Las presiones internacionales, que se emplearon a fondo con el argumento de que su gesto iba a entorpecer el intento de la ONU por el logro de una solución negociada, obligaron a aplazar su ejecución. Pero nadie dudó en 2004 de que Mbeki, estrecho colaborador de toda la vida del Madiba, actuó sin desviarse de las directrices marcadas por su antecesor al que hoy se venera con excepcional unanimidad como uno de los grandes de la Historia.