Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

jueves, 23 de mayo de 2013

Max Liniger-Goumaz, el historiador activista: “Las elecciones de Guinea Ecuatorial son una farsa”




Max Liniger-Goumaz (en el centro) en la presentación de su nuevo libro en Madrid. A su lado, de izquierda a derecha, Mbuy Kabunda, Francisco Zamora, Justo Bolekia Boleka y Basilio Cañadas. 


A veces la labor del historiador se convierte en una poderosa arma contra la injusticia y el activismo a favor de los derechos humanos. Es el caso del investigador y ensayista suizo Max Liniger-Goumaz (Berna, 1930) autor de una extensa obra sobre Guinea Ecuatorial, Recientemente viajó a Madrid para presentar Guinea Ecuatorial. Memorándum, su último libro publicado por la editorial Sial. El acto se convirtió en un homenaje a la infatigable y tenaz labor que lleva cuarenta años compensando la indiferencia, no siempre casual, de los medios españoles ante el sufrimiento de uno de los pueblos más oprimidos de África.

El acto de presentación tuvo lugar en el Colegio Mayor de Nuestra Señora de África bajo la batuta de Basilio Cañadas, responsable de la editorial Sial y actual presidente de la Asociación de Africanistas Españoles de la que Liniger-Goumaz es miembro honorario. Junto a él, varios intelectuales nacidos en África agradecieron al investigador suizo haber contrarrestado con su aportación al "guineanismo" el olvido español que arrancó en los tiempos de la dictadura del primer presidente Francisco Macías, cuando el régimen de Franco impuso a los medios la "materia reservada" sobre lo que ocurría en la antigua provincia africana.

 El propio Liniger-Goumaz explicó que, a comienzos de los setenta,  le sorprendió la escasez en las grandes bibliotecas europeas de libros dedicados a Guinea Ecuatorial. Estaba preparando una estancia por razones de trabajo en el país que entonces estaba siendo azotado por la dictadura de su primer presidente, Francisco Macías. Tras ser expulsado por el tirano, decidió hacer lo posible para que Guinea Ecuatorial dejase de ser "la gran desconocida" de África. Los ponentes nacidos en África añadieron que, con ello, llenó un vacío del que acabaron siendo víctimas los propios africanos.

“Comencé a conocer mi tierra con las obras de Max Liniger-Goumaz”, dijo Justo Bolekia Boleka, español nacido en Guinea Ecuatorial y que hoy es investigador, escritor y profesor de la Universidad de Salamanca. “Con sus obras comprendí muchas de las cosas que ocurren no sólo en mi país sino en muchos otros del continente”, añadió al alabar la “libertad en estado puro” con la que el profesor suizo siguió denunciando las brutalidades y corrupción del actual presidente Teodoro Obiang, que derrocó a su tío Macías en 1979.  “Este blanco", añadió señalando al emocionado investigador, "no tiene miedo a la brujería africana y, todavía hoy, sigue señalando con el dedo y con las verdades que no encontraremos en otros grandes escritores”.

Mbuyi Kabunda (profesor de la Universidad Autónoma de Madrid) y Francisco Zamora Loboch (periodista y escritor) también destacaron  la “carga moral” de la obra del historiador-activista de los derechos humanos. 

“Leí su primer libro cuando todavía vivía en Lubumbashi, con 17 años, y me abrió la mente”, dijo Mbuyi Kabunda (originario del Congo que se llamaba Zaire). “No le ha temblado el pulso a la hora de retratar la incoherencia y falsa democracia que existe en este país; las fechorías y amistades peligrosas de su actual dictador y la contradicción que marca la enorme riqueza petrolera que ha convertido a Guinea Ecuatorial en el tercer productor africano y la miseria que padece su población, fruto del malgobierno y las complicidades externas con su régimen cleptócrata”. 

El historiador con su hija Gabriela (a la izquierda) y  dos admiradoras. 
El agradecimiento de los africanos es comprensible ya que Liniger-Goumaz comenzó a plantarle cara con sus escritos a la injusticia en África en unos tiempos en que, incluso fuera de España, lo que se estilaba era la tolerancia con los dictadores a los que se justificaba como un mal necesario ante la supuesta falta de madurez de los pueblos "nativos" para regirse con un gobierno democrático.  

No se trata de un debate superado. En el coloquio, fue inevitable que se le preguntase al profesor suizo su opinión sobre las elecciones que se van a celebrar en Guinea Ecuatorial el próximo domingo. “Una vulgar y deleznable farsa”, contestó Liniger-Goumaz tajante pese a que ese día todavía no se habían producido las detenciones con las que el dictador ha reprimido un intento de manifestación opositora en Malabo.

Pero la polémica se encendió apasionada cuando desde el público un antiguo residente en la entonces Santa Isabel, formuló una pregunta que contenía serias dudas sobre la viabilidad de un sistema democrático en Guinea Ecuatorial, dadas las profundas divisiones tribales que, desde antes de la independencia, han construido un grueso muro de desconfianza mutua, por ejemplo, entre los fang mayoritarios en la zona continental y los bubis de la isla de Fernando Poo.

“La etnia no es negativa sino positiva porque refleja la riqueza cultural”, le rebatió Mbuy Kabunda. “Yo no le debo nada a mis ancestros, porque lo que tengo me lo he ganado a pulso con el sudor de mi frente”, dijo también el annobonés Paco Zamora. También fue muy enérgica la respuesta del profesor  Justo Bolekia: “Hay que acabar con la visión neocolonialista de que el problema que nos arrastramos es que hay muchas etnias”.



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