Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Christopher Ross recupera en su viaje al Sáhara la confianza del Frente Polisario en la ONU



Arriba, Christopher Ross en El Aaiún junto a Aminetu Haidar y otros activistas de los derechos humanos con los que se encontró en su gira. Abajo, en los territorios liberados junto al ministro de Defensa Mohamed Lamine Uld Buhali. 



El Frente Polisario está de lo más satisfecho con la visita de Christopher Ross al Sáhara Occidental. “Ha dado un mensaje claro de que la comunidad internacional quiere dar una solución al conflicto”, dictamina Bucharaya Beyun, representante en Madrid del Frente Polisario. La razón de este optimismo es que esta parte de la gira del diplomático norteamericano por la región es histórica no sólo porque, por primera vez en 37 años de conflicto, Ross es el primer enviado personal del secretario general de la ONU que visita los territorios saharauis ocupados por Marruecos, sino por las formas y contenido que ha impuesto el diplomático estadounidense.

Para empezar, Christopher Ross se plantó en El Aaiún en un avión que llevaba bien visibles las insignias de la ONU. El “gobernador” títere de la administración marroquí lo esperaba a pie de pista junto al diplomático alemán  Wolfgang Wolfgang Weisbrod-Weber que es desde el pasado junio el Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas en el Sáhara Occidental y jefe de la MINURSO (Misión de la ONU para el Referéndum del Sáhara Occidental). Tras desembarcar, Ross se limitó a saludar al representante de la administración ocupante cortésmente pero,  allí lo dejó al marcharse en un coche de la ONU, sin invitarle a compartir el recorrido dejando claro que a quien correspondía recibirle, era a su colega alemán.

Algo se le debía de haber advertido a las autoridades marroquíes, que ni se habían molestado en preparar los habituales comités de bienvenida con miembros del Corcas y notables supuestamente adheridos a las tesis de un Sáhara marroquí. Por el contrario, desde su llegada a El Aaiún Ross no paró de celebrar encuentros con representantes de las diversas organizaciones de derechos humanos (de los que la foto de grupo que aquí publicamos sólo es una limitada muestra), lo que supone otro importante cambio de cara a la población saharaui: la ONU que hasta ahora hacía la vista gorda a las maniobras con que los marroquíes impedían que los saharauis se acercasen libremente a sus instalaciones, reconoce implícitamente que la voz de la población del interior no se limita ni a la representación del Frente Polisario en Tinduf ni, mucho menos, a los interlocutores saharauis impuestos a dedo desde Rabat.

Pero, además, en El Aaiún, Ross visitó lugares aparentemente ajenos al circuito político onusiano como Cabeza playa, el puerto situado a unos treinta kilómetros de distancia de la capital de la ex provincia española donde se embarca el fosfato de los yacimientos de Fos Bucraa que explotan ilegalmente los invasores. Una curiosidad de turista quizás, pero muy propia de quien está decidido a dejar claro que lo quiere ver todo y, muy importante, que está decidido a moverse por la ciudad y alrededores sin restricciones y sin acompañamiento que no haya elegido él.




Un gesto que seguramente no habrá gustado a las autoridades marroquíes es que Ross se trasladó desde El Aaiún a Tifariti, la “capital” de la RASD en esa franja del territorio que quedó liberada de la ocupación marroquí hasta hoy y que, cíclicamente, Marruecos amenaza con invadir para que no se pueda decir que hay territorios saharauis liberados sobre los que la RASD ejerce su gobierno. Ross llegó allí en un helicóptero de la ONU y, además de entrevistarse con el ministro de Defensa saharaui, paseó a su gusto, tomándose su tiempo visitando el museo, la escuela, el dispensario y otras instalaciones. Normalmente las visitas de los representantes onusianos al Sáhara controlado por el Polisario suelen ser de horas, pero Ross se quedó en Tifariti a pasar la noche. Luego, desde allí, de nuevo en helicóptero hasta Mahbés, en territorio ocupado, con un rumbo que restablece una unidad entre las partes del territorio dividadas por los muros marroquíes.

Es significativa la discreción sobre la visita de Ross que han mantenido los medios de prensa oficialistas marroquíes, que limitan sus comentarios a los mensajes a favor de la anexión que los representantes políticos transmitieron al diplomático estadounidense en su paso por Rabat y suelen obviar lo que pasó a partir de su salida de la capital marroquí. Da la impresión de que  en Rabat prefieren no introducir datos que interfieran en el mensaje con el rey Mohamed, en su discurso para celebrar la Marcha Verde con la que en 1975 su padre invadió la provincia española,  ha vuelto a insistir ayer ante su opinión pública en que no ha habido cambios en la política de hechos consumados anexionista.  Hay quien ha señalado que los informativos marroquíes censuraron unas declaraciones de Ross en Rabat en las que el Sáhara se quedó sin el “Occidental” y se borró el término “autodeterminación” poco acorde con la versión oficial marroquí de que hay que buscar una solución de consenso. Aunque, también hay que decir, que Ross volvió a utilizar esa coletilla de que la solución debe ser “mutuamente aceptable” en su visita del lado Polisario.

En cualquier caso, Ross ha marcado un giro a favor del prestigio de la ONU al tomarse la molestia de marcar distancias con las autoridades de la administración invasora, como corresponde al representante de una organización que nunca ha reconocido la pretendida soberanía marroquí sobre el territorio. Tener que decir que Ross ha dado un giro haciendo lo que debería ser lo normal en un alto cargo de Naciones Unidas, corresponde a una situación en la que, como diría el embajador norteamericano Frank Ruddy, eran los agresores marroquíes los que imponían su voluntad, condiciones y hasta su bandera (en las propias instalaciones de Naciones Unidas) a los representantes onusianos. Una situación en la que la confianza en la ONU de los saharauis de la calle tanto en las zonas ocupadas como de los campamentos ha descendido a niveles tan mínimos, que a duras penas lograron los dirigentes saharauis contrarrestar las peticiones de regreso a la guerra en su último Congreso.


Ya contamos que el secretario general de la ONU Ban ki-Moon dio signos de querer cambiar las cosas en abril, cuando denunció, aunque con suavidad, las tropelías con las que Marruecos ha estado saboteando la labor de la MINURSO y que, desde 1991, han impedido la celebración de la consulta onusiana. También contamos en mayo (en plena feria de san Isidro), que Marruecos había respondido a la ONU con una peligrosa cornada, retirando la confianza a Christopher Ross. Parecía que el majzén iba a volver a imponer su dinámica de extorsión a  Naciones Unidas sin que nadie dijese ni mu pero, tras ser confirmado en agosto como primer espada para el Sáhara, Ross se ha tirado al ruedo para torear con oficio y por lo fino.

Ahora, a ver si logra seguir por este camino hasta rematar la faena. Una primera pista nos la dará ese informe que deberá presentar ante el Consejo de Seguridad: a ver qué dice de la represión con que las fuerzas de ocupación intentaron silenciar las demostraciones que los saharauis tuvieron que improvisar (se mantuvo el secreto sobre la visita a El Aaiún hasta casi el último momento) para que vuelva a Nueva York sin sombra de duda sobre el rechazo de la población a los invasores. También  habrá que explicar este inédito secretismo en una visita onusiana que, con toda probabilidad fue una concesión a la parte marroquí.


La misteriosa aparición de un avión militar español en El Aaiún 



Christopher Ross en El Aaiún ante el avión de la fuerza aérea española que facilitó sus traslados por la región.
 
Otro detalle interesante sobre la visita de Ross: como ya avanzamos en la página del diario de entradas cortas (pinchar aquí está por si no lo sabéis), en este complejo viaje apareció un avión de las fuerzas aéreas españolas. Lo hizo el sábado en El Aaiún, adonde Ross volvió para viajar desde allí a Tinduf, en Argelia, para iniciar la visita a los campamentos de refugiados. Este avión también lo trasladó a Mauritania, adonde el diplomático estadounidense siguió su gira el martes. 

Al parecer, fue Ross quien pidió a España que le prestase ayuda en el trasporte durante las entrevistas que se celebraron en la sede de Nueva York de la ONU durante la Asamblea General y el Gobierno de Rajoy ha respondido con el envío del aparato militar, en consonancia con su compromiso de dar pleno apoyo a los esfuerzos del enviado personal para reactivar el proceso en busca de una solución al conflicto. 

España también contribuyó durante el Gobierno de Aznar con un avión militar al traslado del antecesor norteamericano de Ross, el ex secretario de Estado James Baker cuando hizo una gira por la región. Entonces a Mohamed VI no le hizo mucha gracia este detalle. Suponemos que tampoco habrá sido plato de su gusto ahora ya que con ello Ross viene a recordar públicamente que, en relación al Sáhara,  lo normal es que la ONU le pida ayuda a España y no a otra potencia por el papel que le corresponde desempeñar en la solución del conflicto como potencia administradora que sigue siendo de este territorio no autónomo pendiente de llevar a término su proceso de descolonización. Digan lo que digan el PP o el PSOE.

P.D.: Más cosas sobre los efectos de la visita de Ross al Sáhara ocupado: Al parecer, Marruecos está intentando acabar con todos los testigos extranjeros en los territorios ante el peligro de que las protestas que su represión no ha hecho más que multiplicar se extiendan con el inminente segundo aniversario de los trágicos sucesos de Gdeim Izik. Fuentes saharauis aseguran que ya son 14 los extranjeros expulsados de los territorios ocupados, diez españoles y el resto noruegos. Aquí os dejo dos informaciones que elaboré con la periodista saharaui Salambuha Bubacar lecuara sobre los últimos acontecimientos en el Sáhara:

Mohamed VI atacado de los nervios, recurre a los imanes para tratar de tranquilizar a los saharauis

Marruecos no quiere testigos extranjeros en el Sáhara

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