Campos de refugiados tuareg de Malí en Burkina Faso.
Foto: UNHCR / H. Caux
Recapitulando y concluyendo: el día 28 el Gobierno español anuncia una súbita operación urgente para rescatar a los cooperantes españoles en los campamentos. Los amigos del pueblo saharaui sospechan que lo del “peligro yihadista” oculta una maniobra para desprestigiar al Frente POLISARIO y, una semana después, García-Margallo reconoce que esta operación había sido “demasiado radical”. Pero el peligro en la zona sirve para anunciar un apoyo a una intervención en Malí que interesa mucho a Francia de cara al debate que hoy está previsto se desarrolle en la ONU.
No ha quedado demostrado en qué consistía el peligro (sin novedad desde el pasado diciembre) pero Rajoy ha evitado una posible polémica sobre la intervención. ¿Hubiese logrado lo mismo sin el show del ministro Margallo de Alerta en el Sáhara?
El Gobierno de Rajoy hasta ahora no se había pronunciado sobre el proyecto francés de hacer intervenir una fuerza “africana” en Malí y eso que, desde abril, Francia se mueve con determinación y sin pausa a la caza de adhesiones a su plan, especialmente entre los socios de la Unión Europea. En junio, por ejemplo, la "necesidad” de actuar en Malí contra la secesión tuareg (lo que ocurra en Bamako le importa menos a París) se convirtió en uno de los temas estrellas de la reunión que celebraron en la capital francesa los ministros de defensa de Francia e Italia. Sus conversaciones tenían en principio como objetivo el relanzamiento de un proyecto de defensa europeo. Pero, héte ahi que, en la rueda de prensa que siguió al encuentro, el ministro francés anunció con solemnidad que Francia e Italia desean "una acción común" de los países europeos especialmente de los que se sientan afectados directamente por la crisis del Sahel" para dar una "respuesta global". El ministro italiano se limitó a matizar que “no hay que pensar siempre en una intervención militar y que la cooperación, el apoyo, es la fuerza de Europa”.
España es uno de los países de la UE, por sus intereses en el norte de África y vecindad geográfica, más autorizados para jugar el papel de “afectado” que le conviene a la causa de la intervención de Francia que se juega con la secesión tuareg un duro golpe a su hegemonía en el norte de África. Seguro que, igual que los franceses hablaron con los italianos para conseguir su apoyo, lo hicieron con el Gobierno de Rajoy que no se ha decidido hasta que la reunión del Consejo de Seguridad que hoy analiza su plan, se echaba encima. Es lógico que el Gobierno del PP se lo pensase, ya que los intereses de España y Francia en este tablero no son del todo coincidentes: Francia con esta iniciativa busca restablecer un orden que ha asegurado, desde la independencia de Malí, la permanencia en Bamako de una clase política muy sumisa y favorable a las interferencias de la madre-patria, especialmente en lo relativo a la estrategia francesa para frenar la hegemonía regional de la rebelde Argelia. Sumemos a sus razones que el funcionamiento del interruptor de la luz de los hogares franceses depende de un programa energético cuya materia prima es el uranio de Níger y Malí.
España, en cambio, en esta partida habrá tenido que tener en cuenta las reticencias de Argelia, vecino del que depende nuestro abastecimiento de gas y aliado clave en la lucha contra el terrorismo islámico. El Gobierno presidido por Buteflika, hasta ahora, se ha opuesto a la intervención en Malí como por otra parte ya se opuso a la intervención internacional en Libia, dando con ello motivos a los franceses motivos para sospechar que un estado independiente del Azawad entraría en una indeseable órbita de los argelinos.
El ministerio de Exteriores español sí se había adherido a las condenas internacionales contra el auge de las bandas terroristas islamistas y la destrucción del patrimonio cultural realizado por estos yihadistas que, curiosamente, no quieren la independencia del Azawad. Quienes declararon la independencia el 6 de abril son los tuareg del Movimiento de Liberación Nacional del Azawad que, curiosamente, aseguran haber tomado las armas contra el Gobierno central con el propósito de expulsar a las bandas islamistas radicales que pululan por la región desde hace diez años gracias, dicen estos rebeldes, a la tolerancia y complicidad de la clase política de Bamako a la que acusan de haberse enriquecido actuando como mediadores en los muchos secuestros de europeos que ha habido en la zona. Difícil aclarar cuál es la versión buena, si la de quienes dicen que los islamistas y los del MLNA van de la mano, o la de los tuaregs enfrentados a los grupos islamistas de Ansar el Dine, Mujao y Al Aqmi, pero lo que sí han advertido los expertos del Real Instituto Elcano, dependiente del Ministerio de Exteriores, es que una intervención militar internacional podría dar alas a las fuerzas yihadistas y aumentar el riesgo de golpe terrorista contra España, lo que no favorecía un apoyo que al final se ha acabado dando.
Otro problema para Rajoy era el de la posible reacción de la opinión pública española: dados los precedentes, lo normal es que le tema más que a un nublado a un nuevo “No a la guerra” como el que hubo contra Aznar por la intervención en Irak, y más estando de por medio ese potente movimiento social de amigos del pueblo saharaui que se ha vuelto muy sensible a todo movimiento francés (y por tanto promarroquí) en los aledaños del pueblo saharaui.
El peligro de nuevos secuestros de cooperantes españoles, en cambio, ha acabado con estos obstáculos: casi, casi, a los simpatizantes del pueblo saharaui les ha parecido bien que España se una a un plan que, supuestamente, va a permitir que los españoles sigan cooperando en los campamentos sin temor a ser secuestrados.
La pregunta del millón ahora es qué gana España en todo esto: tal como están las cosas no estamos para exigir sino cruzar los dedos. Además, le debemos un favor a los que nos ayudaron a lograr la liberación de los tres cooperantes secuestrados en el Sáhara (el Gobierno de Bamako y Burkina Faso) grandes promotores de la intervención y sumisos aliados de la estrategia francófona en el continente africano. -capítulo 5 y FIN
PD. Con esto se acaba esta serie con la que he intentado
recuperar el tiempo perdido en la ausencia del mes de julio y, sobre todo, las
piezas del rompecabezas que creo faltaban para encajar el misterio de la súbita
repatriación de los cooperantes. Con estos elementos, que cada uno saque sus
conclusiones. Lo importante ahora, es que pasará hoy en Nueva York, si en el
Consejo de Seguridad de la ONU por fin hablan de Malí.
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