El presidente argelino Abdelaziz Boutefklika en París, en 2005, con Jacques Chirac, con el que las relaciones fueron especialmente tensas. Abajo el primer ministro y líder del RND, Ahmed Ouyahia.
© Ministère des Affaires étrangères. Photo F. de La Mure El Gobierno del presidente argelino Abdelaziz Bouteflika no sólo ha vuelto a ganar las elecciones, sino que lo ha hecho por goleada. Se ha demostrado así que, entre el optimismo de los islamistas moderados de la Alianza Verde (AV), la coalición que ya se veía triunfando a tope, y los que en cambio advertían que Argelia no es Túnez, (ni mucho menos Marruecos) se equivocaron quienes consideran ya como un axioma inalterable que el cambio que exigen los pueblos de los países árabes y musulmanes vaya asociado con el empuje del fundamentalismo islámico.
La victoria del FLN, en efecto, no supone un “queremos todo
siga como está”, sino simplemente
un aprobado a las reformas emprendidas por el partido que gobierna el país
desde la proclamación de la independencia en 1962 y que ha tenido como principal capital el legado de la lucha contra el colonialismo francés. El propio Gobierno argelino reconoce que el pueblo que ahora les ha dado el triunfo quiere más y que tendrá que seguir respondiendo adecuadamente a sus expectativas para que vuelva a repetirse el éxito en
la otra prueba que tendrá que afrontar en breve con las elecciones
presidenciales a las que Bouteflika no volverá a presentarse por sus problemas de salud.
De hecho, para el Gobierno argelino ha habido un dato más importante aún que
haber sumado el 47,6% de los votos y con ello, 220 escaños de los
462 en juego; más importante incluso que el haber conseguido que la alianza de los tres partidos islamistas de AV no solo no
haya cumplido con las expectativas de fuerza favorita (como decían incluso en España), sino que se haya quedado
en tercer lugar, por detrás de la Asamblea Nacional Democrática (RND), del
primer ministro Ahmed Ouyahia, (que logró un 14,71% de la cámara con
68 legisladores: lo que realmente afianza a Bouteflika y el FNL ha sido la mejora en la tasa de participación ciudadana al
lograr que votasen un 43% de los 21 millones de argelinos llamados a las urnas.
La cifra desde luego es baja y justifica el acento que la
prensa española ha puesto en la “apatía” y los colegios electorales vacíos.
Pero el Gobierno de Buteflika había desafiado a los críticos que amenazan con
montar un primavera árabe en el país si no hay un reforma creíble, asegurando que el
pueblo argelino prefiere un cambio desde dentro y no una de esas sacudidas con
final incierto como ha ocurrido en Libia (donde la instabilidad no ha parado de
producir nuevos huidos a Argelia). Se propuso demostrarlo apostando porque no sólo
iban a ganar sino que iban a cosechar un incremento en el número de electores respecto a 2007, cuando no
lograron más que el 35% de los escaños y, lo que fue mucho peor, sólo votó
(según los datos oficiales que se sospechan contaron al alza), apenas el 37%
del censo.
La participación argelina desde luego no se puede comparar
con la avalancha a las urnas que se produjo en Túnez tras la primavera que
acabó con la dictadura de Zine Ben Alí y que propició el triunfo aplastante de los islamistas de En Nahda. Sin embargo, comparemos con las elecciones de Marruecos que el pasado noviembre auparon al frente del Gobierno, con una victoria abrumadora, a los islamistas
moderados del Partido Justicia y Desarrollo (PJD): la tasa de
participación no pasó del 25,5% de los marroquíes en edad de votar pese a los datos oficiales fueron más optimistas y señalaron el 45% de participación del
censo electoral. Puede que, como aseguraron en Rabat, hubo una mejoría respecto al preocupante pasotismo registrado en las elecciones de 2007 (la tasa no pasó entonces del 37%) pero, el ministerio del Interior hizo trampa al airear ese 45% que consistió en obviar el importante detalle que en las últimas elecciones en el censo solo estaban
inscritos 13,6 millones de marroquíes, casi la mitad de los 24 millones
(contando los 3 que viven en el extranjero) que constituyen la masa electoral
completa.
La diferencia entre elecciones en el Magreb hay que leerla no sólo en números y
porcentajes: en estas elecciones argelinas el FNL se enfrentaba a 44 nuevos partidos, incluyendo
formaciones que llevaban tiempo intentando legalizarse sin lograr la
autorización de las autoridades. Por primera vez, el Gobierno argelino
consintió la presencia de observadores occidentales, incluyendo una misión de
la Unión Europea, lo que de por sí era una apuesta arriesgada, teniendo en cuenta la poderosa
influencia francesa en Bruselas que nada favorece al Gobierno del FNL, al que cualquier gobierno francés (da igual que sea de derechas o de Hollande) preferiría ver finiquitado, aunque fuese a costa de un triunfo
islamista. Pero, la misión de 120 observadores europeos, por cierto dirigida
por un español (el eurodiputado popular José Ignacio Salafranca) , si bien ha
señalado algunas imperfecciones del proceso, ha emitido un dictamen inequívoco
sobre la limpieza del proceso electoral.
Ya pueden los islamistas de la Alianza Verde levantar la voz como ya han hecho
y denunciar a la misión de falta de objetividad o acusar al Gobierno (en el que
participaron en la anterior legislatura) de haberles robado
unos cien escaños: los mismos que advertían que los islamistas partían como
favoritos, subrayaban que uno de los problemas del Gobierno de Buteflika para
hacerles frente era precisamente que las votaciones habían sido organizados de
tal manera que no había lugar para la trampa. No hay margen, por lo tanto, para
que los perdedores intenten tomarse la revancha con una
“primavera árabe” en las calles de Argel.
Incluso en Washington se han pronunciado a favor de los
resultados oficiales alegrándose del desarrollo pacífico y modélico de las
votaciones. Lo extraño hubiese sido lo contrario después de que la ministra de
Exteriores Hillary Clinton haya alabado por activa y por pasiva el avance
reformista y democratizador del rey Mohamed VI en Marruecos, pese a la feroz censura
de prensa que hay en Rabat, las detenciones de discrepantes, la práctica de la tortura y la patada al derecho
internacional en relación al Sáhara Occidental. Que menos que considere
aceptable un proceso electoral que en Argelia ha permitido con total libertad el
debate político tanto en las tribunas de oradores como en la prensa y que, pese a los
ataques terroristas registrados en la Cabilia con los recurrentes conatos secesionistas
o las acciones de grupos yihadistas en el sur del país, no ha empañado su
historial con acciones represivas dignas de la atención de Human Rights Watch.
2 comentarios:
Querido Ángel Manuel González Fernández no sé si andas por ahí pero tengo dudas sobre si vistes que hice los "deberes" en tus comentarios anteriores. Gracias
Ana:
Lo acabo de leer ahora a las 12'10 de la mañana del 15 de mayo gracias a tu nuevo aviso.
Antes que nada, para la gripe lo mejor que hay es una buena sauna al menor síntoma, yo no sé qué es una gripe desde los años 90.
Al asunto:
1º. No me mandes más a Facebook porque no me enteré de nada, hice cosas debajo de una foto tuya canija; pero no sé dónde fue todo: a la papelera, a la nube, a la m.
2º. Dices que no te va el barco y que lo tuyo " es estar entre olas e incluso a profundidad"; pero Ana maja... si no te has mojado, si me das una larga cambiada... Que hiciete "los deberes"... ¡anda ya!
3º Déjate de perejiles, para mí la cosa está clara y lo he escrito en la Adición del tema, que las masacres experimentales se hicieron:
a). El 11-S, la vía violenta para justificar cualquier intervención de los Estados Unidos en cualquier país.
b). El 11-M, la vía pacífica para el camelo o cuento de la Alianza de Civilizaciones.
4º Ya conocía el artículo del palentino, y no me interesa nada el sujeto Jorge Dezcallar Mazarredo; pero sí me gustaría saber quién es el hijo de Satanás que le apadrina, promociona y protege.
Bueno Ana, como ves, no sé responder de otra forma que ver tus "Ana Camacho dijo..." por si me das un toque; pero que el toque sea actual, porque si no me lo adviertes en tu nuevo artículo no me entero, porque lo pasado está pasado.
Tu verás si quieres seguir manteniendo esta pública relación -un saludo a los que nos lean-, por mi parte, como nada tengo que ocultar y todo el mundo ya sabe que estoy loco por la señora del sombrero y gafas...: bueno, seamos sincero, estoy loco, lo otro es una coartada.
Ana te dejo para que atiendas el puchero. Ángel Manuel........
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