Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

jueves, 22 de marzo de 2012

GOLPE MILITAR EN MALÍ Y REHENES ESPAÑOLES

Mapa de Malí.
Fuente: World Factbook de la CIA


En Malí, el país donde se supone que se encuentran los dos cooperantes españoles secuestrados en octubre en los campamentos saharauis deTinduf, un golpe militar ha culminado un movimiento de desestabilización que ha puesto el país al borde de la desintegración. Los militares que el miércoles anunciaron el derrocamiento del presidente Amadou Toumani Touré aseguran haberse visto obligados a desalojarle del palacio presidencial, sin esperar a las elecciones que estaban previstas para el 29 de abril, ante a la incapacidad del gobernante para hacer frente a la sublevación secesionista tuareg y la lucha contra el terrorismo de Al Qaeda.

Los golpistas se han comprometido a devolver el poder a un presidente democráticamente elegido en cuanto se haya restablecido la unidad nacional y la integridad territorial que la vuelta a las armas de los tuareg a partir del 17 de enero, ha puesto en serio peligro. Han empezado por suspender la Constitución y establecer el toque de queda en Bamako para intentar acabar con la ola de pillaje que esta semana ha sumido la ciudad en el caos.

El punto de arranque de esta guerra es el eterno choque, que se repite en cada uno de los países del Sahel, entre etnias árabes y bereberes del norte de África y las etnias negras del sur del Sáhara. En Malí, los tuaregs acusan a las tribus del sur de haber acaparado el poder y haberlos marginado política y económicamente. Desde los años noventa, estas discordias han sido objeto de cíclicas revueltas y el Gobierno argelino de Buteflika jugó un importante papel como mediador y garante de los acuerdos de paz firmados en 2006 en la capital argelina (los llamados acuerdos de Argel) que, aunque tuvieron críticos malienses que veían en su contenido una amenaza separatista, reconocían la integridad del Estado de Malí.

El Gobierno de Buteflika venía reprochando a sus colegas de Bamako el estar sembrando de nuevo el descontento con su falta de flexibilidad en el cumplimiento de este acuerdo. Por su parte, el Gobierno de Toumami Touré acusó a Argel de inclinar su balanza a favor de los tuaregs y, aprovechando la posición de debilidad militar maliense, forzar su orientación a favor de su estrategia de potencia regional que tiene como eje la lucha contra el terrorismo de Al Qaeda en la región. Al final, la mecha que encendió de nuevo la guerra vino de la vecina Libia, con el retorno de miles de tuaregs que habían formado parte del ejército del dirigente libio (sí eran miembros de tribus tuaregs de Malí y Níger los aliados con turbante que lucharon con Gaddafi y no, como dijeron desde Rabat, saharauis del Sáhara Occidental). Con su apoyo, los disidentes volvieron a tomar las armas, esta vez, para exigir la creación de un estado propio.



LA AYUDA DE WASHINGTON AL GOBIERNO DE MALÍ

La batalla comenzó en el noreste y noroeste de Mali con ataques de los rebeldes a Menaka, cerca de la frontera con Níger; Aguelhoc y Tessalit, cerca de la frontera argelina y Lere y Niafounké, cerca de la frontera mauritana. Ante el empuje de los rebeldes, el ministro de Exteriores maliense Soumeylou Boubeye Maiga, que tan duramente había criticado el papel de Argelia en el contencioso, se apresuró a volar a Argel para encontrarse allí con los rebeldes de la llamada Alianza del 23 de mayo integrada entre otros por los elementos del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA). Demasiado tarde. Ya corrían rumores de que Gao, la principal ciudad del norte, se tambaleaba.

Las noticias sobre el desastre militar desembocaron en Bamako hacia finales de febrero en violentas represalias de los familiares de los soldados destacados en el norte contra los civiles de etnia tuareg. Incluso a los residentes mauritanos tuvieron que buscar refugio en su embajada ante el riesgo a que la rabia popular los confundiese con tuaregs por las similitudes en los atuendos tradicionales. El presidente tuvo que llamar a la calma con un discurso televisado.

A primeros de marzo las tropas del Gobierno central se encontraban ya en tales aprietos, que en Argel llegaron noticias de que un avión de la fuerza aérea de EEUU había intervenido en el país vecino para lanzar víveres y refuerzos en Tessalit a los militares que habían quedado rodeados y aislados por los rebeldes. El Gobierno de Bamako confirmó estas informaciones.

La situación por lo tanto, ya estaba muy deteriorada cuando el ministro de Exteriores español García Margallo visitó Bamako en marzo para conversar con el Gobierno del derrocado Toumani Touré para asegurarse su cooperación en la pronta liberación de los dos rehenes Enric Gonyalons y Ainhoa Fernández que se supone que están en poder de un grupo yihadista en el norte del país. García Margallo se mostró entonces optimista. Ayer se manifestó en la misma línea al asegurar que los cooperantes están en la zona bajo control de los tuaregs, "en una zona donde el golpe no tiene ningún tipo de incidencia" y "los cambios políticos que se hayan producido en Bamako no afectan" a las gestiones que se están llevando a cabo para liberarlos.

martes, 13 de marzo de 2012

LA DISCRETA CRÍTICA ESPAÑOLA AL PREMIO DEL DICTADOR TEODORO OBIANG EN LA UNESCO



Severo Moto, en una intervención ante la prensa junto a otros líderes del opositor Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial. Foto de Ricardo Aznar.


La diplomacia española bajo las riendas del ministro García Margallo se ha situado en el frente de rechazo a la maniobra con que en la UNESCO, tras cuatro años de polémica, se ha acabado por aprobar un vergonzoso premio patrocinado por la tiranía del “dios de Guinea Ecuatorial”, Teodoro Obiang. ¿Un síntoma de cambio en la política de complicidad tradicional del PP y el PSOE con el abyecto dictador?

La crítica del embajador delegado permanente ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Ion de la Riva no fue tan tajante como la de Human Rights Watch y otras siete organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos que consideran que, con el decepcionante resultado de la votación, la UNESCO ha traicionado sus principios por los petrodólares que Obiang amasa saqueando las arcas del Estado.

El delegado español no llegó a decir como estas organizaciones que lo que debe de hacer la UNESCO es cancelar definitivamente el premio, por muy goloso que sea un galardón dotado con 3 millones de dólares cuyo objetivo es eclipsar un terrible historial en derechos humanos ligando el nombre del dictador al progreso de la ciencia; tampoco se adhirió a quienes lamentan que, al aprobarse el galardón, se han situado “los intereses del presidente Obiang por encima de los principios básicos de derechos humanos y buen gobierno” que son el motor de la agencia de la ONU.

Pero, al menos, De la Riva se mostró en desacuerdo con la triquiñuela con la que los partidarios del premio lograron hacer feliz a Obiang y que consiste en que el premio no lleve su nombre sino el de la ex colonia española: Premio UNESCO Guinea Ecuatorial en Ciencias de la Vida. Todo un giro, respecto a la entrega con que la diplomacia de Zapatero apoyó el galardón.


El diplomático manifestó incluso su “tristeza y preocupación” al considerar que el evento había marcado “un día difícil y triste para la UNESCO” pese a haberse evitado lo peor: que el galardón llevase el nombre de Obiang. En este sentido también marchó el comunicado emitido por UPyD, congratulándose porque la UNESCO se haya inclinado por el cambio de nombre.


Hay quien no comparte este alivio y optimismo: “El premio UNESCO-Obiang está asociado de manera irreversible con la represión y el alto nivel de corrupción que caracterizan al gobierno del presidente Obiang”, ha declarado sin medias tintas el arzobispo y premio Nobel surafricano, Desmond Tutu. Por lo tanto, añadió el carismático luchador contra el apartheid,“dar un nuevo nombre al premio no ofrece ninguna respuesta a estos señalamientos ni disipa las dudas sobre el origen de los fondos con los cuales se financia”.

O dicho con las palabras del líder opositor Severo Moto: “Se llame como se llame el premio, la UNESCO obrará con dinero robado al pueblo guineano, y a eso se le llama ser cómplice de un ladrón”.

viernes, 9 de marzo de 2012

Islamismo y mujeres del Sáhara Occidental


Mujeres saharauis en los campamentos del Frente Polisario. Abajo, Jira Bulahi (izquierda) y Zahra Ramdan presidenta-fundadora de AMSE (Asociación de Mujeres Saharauis de España), en un encuentro esta semana, en el Instituto de la Mujer con la subdirectora Carmen de Andrés. Por último, mujeres en uno de los aniversarios de la fundación de la RASD en los campamentos.
Fotos en los campamentos de Ricardo Aznar.



(Jira Bulahi de gira por España: ¡bienvenida!)

Es realmente difícil permanecer impasibles ante la determinación, coraje, capacidad de sacrificio y lucidez con que las mujeres saharauis, tanto en los campamentos de refugiados en Tinduf o el Sáhara bajo ocupación marroquí, afrontan la lucha por el derecho a la autodeterminación que Marruecos les arrebató en 1975 con una invasión a hierro y fuego. Bastaría que escuchasen a alguna de ellas, por ejemplo a Jira Bulahi (estos días de gira por España con motivo del día Internacional de la Mujer) para entenderlo sin más. La actual ministra del gobierno de la RASD es uno de los tantos ejemplos del importante papel que las mujeres saharauis han jugado en lo que en el Sáhara se llama “la causa” a secas, sino también, como motor de la capacidad de transformación de la sociedad saharaui en ese reto que ellas, muy especialmente, tienen de mirar hacia delante sin dar la espalda al pasado, conjugando tradición cuando esta sirve para el futuro, y liderando el cambio, cuando la tradición les impone barreras.

La propaganda del anexionismo marroquí asegura que el Frente POLISARIO coquetea con el yihadismo de Al Qaeda y que, si el Sáhara llegase a ser independiente, se pasaría al bando de los estados islamistas radicales. Sin embargo, las mujeres saharauis son la demostración viva de cómo, dentro del amplio mundo musulmán e, incluso, magrebí, el pueblo saharaui constituye un caso muy especial, a la hora de conjugar creencias religiosas con libertades y derechos, incluidos los de la mujer.

Una vez, al preguntarle a Jira Bulahi cómo se fraguó la incorporación de la mujer a la acción política del movimiento de liberación saharaui, me contestó riendo: “Uf, eso viene de mucho antes de la invasión marroquí. Cuando empezó la lucha por la independencia en tiempos de la colonia española, mi madre ya lanzaba panfletos por las calles de El Aaiún que llevaba escondidos bajo los pliegues de la mel y cosía, a escondidas de su familia, banderas del Polisario” . La anécdota familiar era un buen ejemplo no sólo de la veteranía de la presencia de la mujer en la lucha saharaui, sino de cómo este papel nunca había sido el de un mero elemento decorativo, ni había sido subsidiario o condicionado por las decisiones y orientamiento político de sus maridos, padres o hermanos.

“Las saharauis no sólo somos madres, esposas e hijas de combatientes que los marroquíes no han podido doblegar sino también activistas de derechos humanos, sindicalistas, manifestantes y sospechosas de estar en primera línea en una batalla política”, contaba Jira. “No es nada nuevo porque las saharauis, aunque seamos musulmanas, no tenemos nada que ver con ese tópico de la señora encerrada entre cuatro paredes porque, entre otras cosas, no hay ningún precepto en el Corán que justifique el maltrato o la discriminación de la mujer que es cosa del islam que venden ciertas dictaduras políticas para justificar su opresión sobre los pueblos”.

Mujeres luchadoras e independientes
Por aquel entonces (finales de los ochenta), todavía no habían saltado al escenario Aminetu Haidar y muchas otras mujeres saharauis que hoy se han convertido en símbolo y ejemplo de esta activismo político. No había móviles ni Internet que, como ocurre ahora, pudiesen romper el cerco de silencio y el aislamiento en el que los marroquíes mantenían el Sáhara bajo su control, impidiendo la salida a los saharauis y la entrada de los viajeros. No había noticias de lo que allí ocurría que no fuesen las de la propaganda polisaria que tampoco tenía noticias de lo que estaba sufriendo Aminetu Haidar y otros desaparecidos saharauis, entre ellos muchas otras mujeres, que, como ella, luchaban por sobrevivir en las cárceleas secretas marroquíes.

Mi duda era por qué, si la mujer era tan importante para la lucha política como decía Jira, no era visible en el organigrama de un movimiento de liberación del Polisario que se había autoproclamado progresista desde su fundación, ni de la RASD, la República Árabe Saharaui Democrática proclamada en 1976. Resultaba sospechoso que, cuando los periodistas españoles pedíamos entrevistar a una mujer con responsabilidades en el partido, solíamos acabar siempre en la jaima de Jira, como si no hubiese otra. “Es que ella habla muy bien español”, nos decían. Sí, efectivamente, lo habla como si fuese castiza de Chamberí pero, ¿nos podíamos contentar con esta explicación o ella era sólo la pieza bien aleccionada del muestrario propagandístico?

Mujeres que conducen y comercian
Cuando más tarde viajé a Mauritania, adonde muchos saharauis dvan y vienen de los campamentos aprovechando los estrechos vínculos familiares, culturales y tribales que siempre han existido entre un lado y otro de la frontera saharaui-mauiritano, comprobé que, efectivamente, la mujer saharaui no responde a ese estereotipo de la mujer musulmana recluida en el hogar. Ni siquiera lo es la mujer mauritana pese a no haber avanzado tanto, dicen en los campamentos, como las saharauis del Polisario (algo bueno tenía que tener la lucha por la causa, suele ser la explicación).

En esta parte del Magreb, las mujeres conducen coches, sin tener que montar una campaña de desafío al poder y arriesgarse a recibir latigazos u otras penas, como ocurre en Arabia Saudí. Son mujeres, efectivamente, a las que no se puede encerrar en casa ni siquiera después del matrimonio y que, si se divorcian tanto por decisión propia o del cónyuge, suelen volver a casarse sin problemas. Son muy activas en el comercio, afición tradicional de las tribus moras, contribuyendo a las buenas cifras de compras con origen en Mauritania en las islas Canarias, ya sea con el método más socorrido de las maletas-gigantes que surten los puestos en los mercadillos o, las que tienen más medios, llenando contenedores de artículos de todo tipo que, desde Mauritania, lanzan a los circuitos del pequeño comercio transahariano.
Ataviadas con sus elegantes melfas, a cara descubierta y sin contar necesariamente con el marido, las mujeres mauritano-saharauis comerciantes más pudientes van y vienen desde Mauritania a Londres, Dubai o Hong Kong, en busca de mercancía. Lo mismo hacen las mujeres saharauis que viven o que logran trasladarse desde los campamentos de Tinduf a Mauritania, es decir en cuanto se desenvuelven en una “situación normal” que consiente hacer planes a corto y medio plazo.

Volví a encontrarme con Jira Bulahi en los campamentos mucho después del establecimiento del alto el fuego de la ONU en 1991. Su casa ya no era una jaima de tela, sino una de esas casitas que se han ido levantando en los campamentos de refugiados ante la evidencia de que la misión de la ONU que debía haberles devuelto a sus auténticas casas en el Sáhara Occidental, había encallado y tocaba seguir esperando.

Jira, curiosamente, no estaba ejerciendo ningún cargo. Había habido noticias (unas ciertas, otras falsas), de marginación en el aparato político del POLISARIO de saharauis discrepantes con la cúpula del movimiento. Así que no habían faltado los rumores que aseguraban que Jira hubiese sido una de las víctimas de estas batallas. Al encontrarnos, tuve la oportunidad de preguntarle a Jira por qué no estaba en la política activa y me contestó más o menos que no había abandonado, sino simplemente se había tomado un “sabático”.

“Más adelante volveré”, me dijo. “El día a día en los campamentos es una vida precaria que no le deja tiempo a la mujer para la política. Cualquier problema que en Madrid sería fácilmente solucionable, como una infección en los ojos de un niño, muy habitual con la polvareda de la hammada, aquí se convierte en un sin vivir. Mi padre acaba de fallecer, tras una larga enfermedad que nos ha exigido estar día y noche pendientes”, dijo con una mirada que se puso inequívocamente triste. “Estoy agotada. Me tomaré un descanso y volveré. Para que la mujer avance tenemos que estar ahí, no podemos quejarnos de que los hombres no nos hacen hueco, si nos quedamos en casa”.
En el 13º Congreso del Frente Polisario del pasado diciembre, Jira Bulahi fue elegida miembro del Secretariado Nacional del Frente Polisario y ministra de Formación Profesional y de la Función Pública de la RASD.

P.D. En mi opinión, los cargos políticos que ahora recaen sobre la dirigente del Polisario Jira Bulahi son lo de menos. Esta tarde hay una buena oportunidad de escucharla y recabar sus impresiones sobre la situación en los campamentos y otras muchas cosas a las 19.00 horas, en el Conde Duque de Madrid: pinchando aquí, está la convocatoria.

jueves, 8 de marzo de 2012

SÁHARA OCCIDENTAL Y DESHIELO ARGELINO-MARROQUÍ

Campamentos del Frente Polisario en Tinduf, en el sureste de Argelia. Uno de los motivos de continuas desaveniencias entre Argelia y Marruecos.


Si Hillary Clinton fue a Rabat sin más objetivo que hacer el paripé, lo que adquiere importancia en su gira magrebí y la pugna entre Marruecos y Argelia por ganar sus favores, es su encuentro en Argel con el presidente Abdelaziz Buteflika. ¿De qué hablaron?

Puede que hablasen de la situación en Siria, respecto a la cual Argelia mantiene una posición muy distinta a la de Marruecos, situado inequívocamente del lado de los partidarios de una intervención exterior contra Bachar el Asad; puede que tratasen de la rebelión tuareg que ha puesto en serios aprietos al Gobierno de Malí y situado de nuevo a Argel en un papel clave de mediador entre Bamako y los grupos que integran el movimiento del Azawad. Lo normal es que también hubiesen hablado de la lucha contra el terrorismo yihadista y, por supuesto de la situación en Túnez o Libia. Pero, sin duda, de lo que no pudieron dejar de hablar fue de la cuestión del Sáhara Occidental.

Oficialmente, ni siquiera se puede confirmar que hayan tocado el tema (ni rastro en las informaciones del Departamento de Estado). Pero, si en Marruecos Clinton habló del Sáhara Occidental, cómo no lo iba a hacer en Argel. Era inevitable si de verdad el objetivo de su gira por el Magreb, como habían dicho en Washington, era lograr avances en la cooperación entre los estados de la región y, en concreto, en el todavía incierto deshielo entre Rabat y Argel. Más aún si tenemos en cuenta que está a punto de celebrarse una nueva ronda de negociaciones entre Marruecos y el POLISARIO bajo la éjida de la ONU en Manhasset (EEUU) en las que Argelia, al igual que Mauritania, asisten como observadores y juegan un importante papel como países vecinos.

En las actuales coordenadas de la política magrebí, cuando los diplomáticos y políticos aluden a avances en la cooperación e integración magrebí, de lo que están hablando en concreto es de la reapertura de la frontera terrestre entre Marruecos y Argelia.

Dentro de esta lógica, el llamamiento a “ambas partes” para que avancen en la construcción de la UMA (Unión Árabe Magrebí), hay que traducirlo como una petición al Gobierno de Argelia para que ceda al discurso con el que Marruecos y sus aliados presionan para que deje de condicionar la reconciliación (apertura de fronteras) a una solución del conflicto del Sáhara acorde con el derecho internacional. El propio Departamento de Estado explica en sus documentos básicos que "la disputa del Sáhara Occidental sigue siendo el principal impedimento para la integración regional y objetivos de desarrollo así como de las relaciones entre Marruecos y Argelia”.

Hace unos meses el ministro de Exteriores argelino Mourad Medelci respondió con un misterioso “Por qué no? a la pregunta sobre la posibilidad de que Argel cambie su tradicional postura y abra las fronteras sin que se haya resuelto el asunto del Sáhara Occidental. Pero en las últimas semanas, tras los intercambios de visitas entre Rabat y Argel, varios políticos y miembros del Gobierno argelino han desmentido los rumores de que se esté preparando este tipo de giro. Sus palabras han sido muy tajantes: no va a haber una reapertura de las fronteras sin un una “base sólida” o un "acuerdo global. Es decir, han reiterado la postura de la inflexibilidad.


EL OPTIMISMO DE HILLARY CLINTON
No hay que extrañarse de que una de las preguntas que le hicieron a Hillary Clinton en una entrevista en la televisión marroquí fuese su opinión sobre si en Rabat pueden confiar en la sinceridad de los recientes gestos de reconciliación de Argelia. Hillary Clinton puso el pie en el acelerador del optimismo y contestó que confiaba en una próxima reapertura de la frontera marroquí-argelina. Y, tras mencionar las próximas negociaciones en Manhasset, aseguró que en su encuentro con Buteflika había quedado impresionada por la convicción con que el presidente le había asegurado que está buscando una vía en este sentido.

Clinton no dio pistas de si lo que está sobre la mesa argelina es una de “bueno, vale”, con vuelta a la vieja fórmula (anterior al cierre de fronteras) de dejar el Sáhara a un lado mientras se habla de economía e intercambios entre vecinos (perdiendo sin embargo, una importante baza de presión sobre Rabat). Otra posibilidad: que se esté preparando algún cambio en la dinámica con la que, desde 2007, las reuniones en Manhassat finalizan con un monótono y trágico “continuará”.

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