A Mohamed VI el tsunami de la ira le tiene aterrado. El síntoma más evidente de sus apuros es que ahora esté dispuesto a aceptar un plan Baker II que en su momento rechazó de forma virulenta, tildando al mismísimo James Baker (padre del proyecto) de indeseable propolisario. En Argelia también hay preocupación pero no es lo mismo, entre otras cosas porque el majzén marroquí tiene dos frentes, el suyo y el saharaui. Utilizando métodos que le dieron buen resultado a su padre Hassán II en 1975, Mohamed VI ya está intentando liar a las fuerzas opositoras y a los indignados de a pie con el rollo de que, si se mueven y acuden a la quedada del domingo promovida por Facebook, harán el juego de los “separatistas” saharauis. Funcionó en 1975 pero, ¿podría volver a darle resultado a Mohamed VI ahora que, 35 años después, se ha demostrado que las tesis alauitas sobre el Sáhara Occidental han sido una gran tomadura de pelo para su pueblo?
El majzén apuesta porque nada ha cambiado, a la vista de la energía invertida por sus intoxicadores en la red con el fin de hacer creer a los potenciales indignados de que quien está manejando los hilos de Facebook es en realidad Argelia y el Frente POLISARIO. Cualquiera diría que hasta les vendría bien en Rabat, para evitar la amenaza del estallido de la ira, que la posible protesta empezase en el Sáhara y no en Marruecos.
Sin duda, el peligro para el trono alauita viene de su población y no del Sáhara Occidental que, hasta la fecha sigue sin ser reconocido como marroquí por la comunidad internacional. Los saharauis no están ni por número ni por medios en condiciones de repetir las gestas de los tiempos de los almorávides o, más recientemente, del chej Ma el Ainin, marcando la pauta al norte plantándose a golpe de arrojo en el mismísimo Marrakech.
En este entorno altamente inflamable cabe sin embargo, otra posibilidad la de que se produjese un hipotético efecto contagio a la inversa, con una explosión de ira en el Sáhara que saltase a Marruecos. Un síntoma de que en Rabat están teniendo en cuenta este escenario es el que ahora se esté intentando resucitar a toda prisa el Plan Baker II. Las prisas, evidentemente son de Marruecos y su súbito cambio de postura (el POLISARIO en 2003 aunque a regañadientes, lo aceptó) no tiene otra explicación que la de una iniciativa para prevenir la ira en el frente saharaui donde, la brutal represión del campamento de Gdaim Izik ha dejado desde noviembre un ambiente de espadas en alto.
Las noticias que llegan del interior del Sáhara ocupado es que el majzén ya no puede confiar ni siquiera en los saharauis que no comulgan con el POLISARIO y que, hasta la masacre, creyeron en la posibilidad de un acuerdo con los ocupantes. La cuestión es saber hasta dónde llega su ira: ¿aceptarían ahora los familiares de los desaparecidos, detenidos, torturados, degollados, los padres y hermanos de las mujeres violadas en noviembre , un plan Baker II cuyo principal efecto es dejar las manos libres a Mohamed VI contra los suyos si llega el tsunami?
El escenario no está completo sin las variables relativas al Frente POLISARIO y Argelia:
¿Hasta qué punto no le conviene a Argelia ahora hacer causa común con Mohamed VI para prevenir el tsunami?
¿Estaría ahora el Frente POLISARIO en condiciones de rechazar ese plan Baker II? Motivos no le faltarían.
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