Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional

lunes, 8 de noviembre de 2010

¿A QUÉ VINO EL MINISTRO FASSI FIHRI A MADRID?

Manifestación en Madrid por el Sáhara el invierno pasado.



Al ministro de Exteriores de Marruecos Taieb Fassi Fihri VI le corría prisa hablar con la flamante ministra de Exteriores española, Trinidad Jiménez. Ella había anunciado tras su nombramiento que en los “próximos días· iba a viajar a Marruecos, cumpliendo así la "tradición" que implantó Felipe González de que los ministros de Exteriores estrenasen su cargo rindiendo pleitesía al rey de Marruecos. Pero su colega marroquí no pudo esperar y se plantó en Madrid, sin esperar a que Jiménez reorganizase su agenda. ¿Por qué? Aunque Mohamed VI anda escaso en cordura y templanza, suponemos que la misión de Fassi Fihri no era la de impartir una maestría a la prensa española sobre cómo y sobre qué hay que escribir para no provocar enfados en palacio que luego desembocan en inoportunas crisis diplomáticas en Melilla o Perejil.


La propia prensa oficiosa marroquí había anunciado el inminente viaje de la nueva ministra española a Rabat dando por hecho que, una vez más, se cumplía ese ritual que tanto le complace a la propaganda real puesto que, con ello, pueden presumir de ser más importantes para España que Argelia, a pesar de su gas y su petróleo, o incluso que toda Latinoamérica.


Es más, todavía el día 29, se subrayaba en estos medios oficialistas de que a Jiménez le tocaba ir a Rabat no sólo por la "tradición" sino también por la cuenta que le trae continuar lo antes posible la ronda de conversaciones entablada entre España y Marruecos en relación con la renovación de los acuerdos de pesca que caducan dentro de tres meses.

LOS ACUERDOS DE PESCA COMO ARMA DE EXTORSIÓN

Os aconsejo la lectura del editorial en el que, sin cortarse un pelo, se destacaba que el tiempo “presiona” a los españoles, los principales beneficiarios, junto a los portugueses, de estos acuerdos que Marruecos firma con la UE y que explotan los bancos pesqueros saharauis. De no lograrse el acuerdo, advertía la publicación, se le abrirá a Zapatero un nuevo frente de conflicto con los pesqueros andaluces que tendrán que quedarse en casa sin salir al mar. Conclusión del escrito: dada la delicada y “compleja” situación económica por la que atraviesa a España a Zapatero le interesa hacer lo que sea para resolver el tema mientras “Marruecos queda en posición de fuerza porque, en caso de no llegarse a un acuerdo con la UE, otros candidates podrían presentarse en su lugar para adquirir los derechos de pesca en las aguas territoriales de Marruecos”.

Ya dije en septiembre que la situación que se estaba planteando tenía muchos puntos en común con la ofensiva que el rey Hassan II dio en 1975 para que España le entregase el Sáhara con los vergonzosos e ilegales acuerdos de Madrid y no hay que olvidar que, para aprovechar la situación de debilidad española de fin de régimen, los marroquíes complementaron entonces su acción diplomática con otros recursos más contundentes como fueron la desestabilización de Melilla y Ceuta y el amenazar con no permitir la pesca de los barcos españoles.


Sigamos con la secuencia del extraño viaje de Fassi Fihri. El sábado día 30, Trinidad Jiménez aseguraba en el diario El País que su postura sigue siendo la de Moratinos, y que España apoya una “solución realista” para el conflicto del Sáhara Occidental. Luego, el día 2 se anunció el encuentro hispano-marroquí en Madrid y al día siguiente, día 3, el ministro Fassi Fihri estaba aquí en Madrid retratándose ante la opinión pública española sin necesidad de que los de siempre tengamos que hacer comentarios sobre lo raro que se portan nuestros vecinos para ser, como dicen muchos de nuestros politicos, una baza de amistad sincera y verdadera. Ni una explicación del por qué de este cambio planes.


La bronca que siguió no aparenta ser un buen síntoma de buena sintonía porque ni la cortesía diplomática ni las más elementales normas de buena educación consienten que un señor vaya a insultar a casa ajena. Luego, o en Rabat han perdido completamente el Norte, además del Sur, a base de convertirse en el vecino malcriado y consentido de la política de Moratinos, o al ministro no le acababa de ir tan bien como él decía con el cielo y las estrellas en la entrevista que acababa de celebrar con Jiménez. Eso explicaría la pataleta de Fassi Fihri y, sobre todo, que no le importase montar un pollo que, a la primera que ponía en evidencia, era a la ministra española sentada a su lado.


Se supone que lo que traía a Madrid al ministro era la cuestión del Sáhara y las conversaciones que esta semana se celebran en EEUU entre Marruecos y el Polisario podrían justificar las prisas. Aunque, hasta ahora, este tipo de conversaciones se ha celebrado sin que se viese, al menos públicamente, ningún tipo de consulta entre Rabat y Madrid justamente en la víspera del evento. Es más, en Marruecos se pone siempre mucho cuidado en mantener la farsa de que España ya no es la potencia administradora y ya nada tiene que ver ni que decir con relación a la antigua provincia del Sáhara.



EL CURRICULUM DE TRINIDAD JIMÉNEZ

Tampoco había motivos para que Fassi Fihri tuviese prisas por conocer a la ministra. En principio, en Rabat a Trinidad Jiménez la conocen de sobra y, aparentemente, no hay motivos para suponer que la marcha de Moratinos (aljandulilá), con lágrimas incluidas, tenga que ver con un cambio de política de Zapatero en la cuestión del Sáhara. De hecho, hay en el entorno prosaharaui quienes sostienen que quizás Trinidad Jiménez podría ser mucho más promarroquí de lo que ha sido Moratinos (y ya le vale) y que esa es la razón del ascenso de la fallida candidata del Partido Socialista en Madrid.


Mucho pesimismo hay en ese análisis, creo yo, aunque hay que reconocer que el curriculum de la nueva ministra en relación con el Sáhara no da para alegrías si no se es un forofo del expansionismo alauita. La formación de Jiménez en la materia está demasiado marcada por las directrices de Felipe González, el auténtico director de orquesta en la metamorfosis promarroquí del PSOE. Sus primeros pinitos diplomáticos dieron buena cuenta de ello, cuando en 2001, la entonces secretaria de relaciones internacionales del partido socialista jugó un papel decisivo en la preparación del viaje del entonces líder de la oposición José Luis Rodríguez Zapatero a Marruecos. En estrecha colaboración con su mentor Felipe González, Jiménez se ocupó de los detalles que convirtieron esa “misión diplomática” que el PSOE efectuó a espaldas del Gobierno de Aznar y en plena crisis diplomática con Marruecos, en un éxito de audiencias en Rabat.


De todas las recetas que Jiménez aplicó para enseñarle a Aznar cómo se debía tratar a Mohamed VI para resolver la crisis diplomática, la más eficaz fueron sin duda esas declaraciones en las que instó al Frente POLISARIO a que diese “una oportunidad” al plan de la autonomía con el que Marruecos pretende legalizar la anexión. Como para que Zapatero no fuese acogido en Rabat como el dirigente político español que Mohamed VI deseaba con todas sus fuerzas que sustituyese al “racista” y “fascista” de Aznar…


Volvamos a 2010. Ha llovido desde aquella misión de 2001 e, incluso, desde la crisis de Perejil con la que Mohamed VI pretendió castigar el giro prosaharaui dado por Aznar y su influencia negativa sobre James Baker que, de un plan a favor de la autonomía, acabó en otro que daba opción a la independencia saharaui. Podría por lo tanto ocurrir que los marroquíes tengan miedo, si su proverbial machismo no se lo impide, de que Trinidad Jiménez ya no vea las cosas de la misma manera en que las contemplaba en sus tiempos de aplicada alumna de González. Al fin y al cabo, también en Rabat se habrán planteado la duda de que, si Zapatero no quería cambiar de política ¿por qué le ha dado la patada a su entrañable amigo Moratinos? No será porque le preocupen los malos resultados de sus ministros porque, entonces, el ministro económico Miguel Sebastián, ya debería llevar rato prejubilado.


Sería estupendo seguir por la senda de la hipótesis del cambio pero la propia ministra nos sacó abruptamente del equívoco (o eso parece) con esa solemne ocurrencia de que “ha llegado el momento de buscar una solución realista” al problema del Sáhara. Dicha así, “realista” es una palabra que podría llevar a un desenlace a favor del derecho internacional que ampara a los saharauis. Por ahora, sin embargo, en el contexto sahariano el “realismo” político es un término que conecta con las posiciones promarroquíes. Eso sí, a Mohamed VI le hubiese seguramente gustado más que Jiménez, en lugar de poner tanto énfasis en la rueda de prensa conjunta de que la "mejor solución" será la que alcancen las partes "fruto de un acuerdo" y en el marco de Naciones Unidas, se hubiese limitado a seguir su guión favorito, el que ensalza la tercer vía autonómica como la genial ocurrencia con la que el rey Mohamed ha arrinconado a Argelia y el Polisario. Como hizo, por ejemplo, el presidente Sarkozy en su encuentro con Mohamed VI en Nueva York.

MALA NOTA EN LA ONU PARA MARRUECOS


¿Se hubiese evitado con ello la bochornosa escena de Fihri arremetiendo contra “las tergiversaciones” de la prensa española ante el silencio cómplice de la ministra? Indudablemente, un apoyo más decidido y público de España a la “tercera vía” habría enderazado un poco la desventaja con la que hoy los diplomáticos marroquíes se presentan a la ronda de conversaciones en EEUU. Efectivamente, como dice el profesor Ruiz Miguel, las cosas no van como ellos dicen a su opinión pública y el propio enviado especial para el Sáhara de Ban Ki Moon, Christopher Ross les puso en sus últimos informes una mala nota en comportamiento al señalar a Marruecos como la parte que menos esfuerzos hace en favor de la paz y justificar incluso, que por su inflexibilidad , los representantes polisarios en la última ronda se levantasen de la mesa antes de tiempo.


En cualquier caso, el ministro Moratinos sí les hizo el paripé en diversas ocasiones (el del elogio a sus esfuerzos en busca de una solución) y de nada le sirvió para que desde Rabat acabasen con la humillante anomalía que suponía para su prestigio profesional que, desde enero pasado, no haya en Madrid un embajador de Marruecos. Incluso, antes de poner a caer de un burro a la prensa española, desde Rabat le criticaron también a Moratinos por no denunciar ante la comunidad internacional la falta de libertades en los campamentos.


Quedémos por ahora con los efectos prácticos de la salida de pata de banco de Fassi Fihri: con el revuelo que se montó en la rueda de prensa, se pasó por alto el asunto de la “tradición” tan súbitamente suspendida. Es verdad que la ministra dio a entender que todavía seguía en pie ese inminente viaje suyo a Rabat. Pero, el viernes, desde su ministerio se anunció que en lugar de ir a Marruecos inicia hoy una gira por Bolivia y Ecuador. Qué coincidencia tan afortunada para ella que se ha evitado así que la pille en Rabat la tormenta desencadenada por la amenaza de una Marcha Verde contra los territorios liberados y la brutal carga del ejército marroquí contra hombres, mujeres, niños y ancianos saharauis que desarmados y pacíficamente exhibían públicamente su resistencia en los campamentos de Gdeim Izik. Será más fácil para ella eludir la embarazosa pregunta de por qué seguir tragando quina con Marruecos e incumpliendo nuestros deberes ante la ONU con el pueblo saharaui.

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