Niños en los campamentos del FRENTE POLISARIO en Tinduf (Argelia).
Foto: Ricardo Aznar
La política española con el Sáhara ha sido, efectivamente, el gran timo de la clase política española que ha tenido el excepcional mérito de hacer coincidir en una misma causa tanto a politicos del tardofranquismo como de la transición, tanto de la derecha del PP como de la izquierda del PSOE. La fuerza poderosa que ha logrado tal unión de fuerzas contrarias es desconocida pero sus consecuencias, en cambio, son evidentes: un vergonzante fraude a la opinión pública española a la que se ha engañado con alevosía y premeditación para que, primero los de la derecha, y más tarde los de la izquierda, neutralicen a sus respectivos parroquianos y así, mantenerlos alejados e indiferentes a lo que ocurre en el Sáhara Occidental.
Como explican en el Gees, las primeras víctimas de este fraude fueron los españoles que en los inciertos momentos del arranque del primer gobierno de la monarquía de Juan Carlos de Borbón seguían la evolución del cambio controlado con cierta aprensión y miedo a que fuese verdad, como decían sus líderes, que el fin de la dictadura llevaría al caos y el terror de las sacas y las checas de la Guerra Civil. Pero, la prueba de que la banda de estafadores tenía patas más allá del franquismo y de lo que ahora llaman despectivamente la derecha demócrata, es que la confusion también cundió entre los que no tuvieron en 1975 ninguna duda de que la entrega del Sáhara fue una traición.
Tanto es así que a estas alturas, incluso muchos de los que son simpatizantes de la causa saharaui porque forma parte de la tradición de su partido o por solidaridad, no tienen claro si España sigue o no teniendo responsabilidades legales en el Sáhara Occidental que es justamente lo que los estafadores pretendieron escamotear y ocultarles. No voy hoy a extenderme en este asunto que ya he tratado (en esta rayita os remito un texto por si pudiese seros de utilidad) sino en lo misterioso que me resulta que todavía hoy el poder del engaño siga tan vivo en la derecha como para que en ese sector muchos españoles sigan creyendo que el apoyo del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui es un asunto de rojos o, como mínimo, de socialista militantes y zapateristas ingenuos y demagogos.
Hoy en día hay campañas en ciertos medios para reivindicar el orgullo de ser de derechas pero, evidentemente, en ese sector todavía no han logrado acabar la pesada digestion que requiere el haber sido víctimas de un burdo timo de la estampita por parte de los que invocaban el interés de España. ¿A qué esperan?
No se acomplejen por haber sido demasiado ingenuos y, por si les sirve de consuelo y ayuda, comprueben que en la izquierda los líderes del PSOE también engañaron a sus feligreses hipnotizándoles con invocaciones a la progresía, el buenismo, la solidaridad mientras, entre bastidores, estaban ellos también traicionando al pueblo saharaui sin importarles pasarse al enemigo de una de las causas más queridas de sus votantes.
En otras ocasiones me la he cargado con los lectores que tienen su corazoncito en el PSOE por criticar los efectos del gas enervante-paralizante o el burka ideológico entre los parroquianos de la izquierda, tanto en relación con el Sáhara, el otro escándalo silenciado que es el apoyo de Zapatero al sátrapa de Teodoro Obiang o los falsos fuegos artificiales de la llamada Justicia Universal de los jueces de la Audiencia Nacional (que por cierto, ¿por qué callan ahora, dónde están que no dicen nada los garzones sobre el Sáhara?)
Hay que reconocer, sin embargo, que los pacientes del ala izquierdista han logrado importantes progresos en la terapia que requiere salir de ciertos errores y decepciones sin perder la fe, la autoestima y los principios. Por supuesto que también ha ayudado el encontrarnos en tiempos en que ninguna insignia política, ni ningún dirigente merecen confianza ciega y, como en las compras, toca estar muy vigilantes con la calidad de nuestra marca favorita para que el fabricante no intente ahorrar en alguno de los components del producto.
A los que sientan la necesidad muy respetable y comprensible de sentirse de derechas podría ayudarles a ver con mayor claridad en el asunto para España importantísimo del conflicto del Sáhara, por fijarse en que si Zapatero, como se ha visto fehacientemente estos días, es tan promarroquí y tan proMohamed VI, algo hay que no cuadra en el viejo argumentario de los firmantes de los acuerdos de Madrid. Se sorprenderán también de que ahora, para descalificar a los defensores de la doctrina de la ONU sobre el Sáhara, lo que se estila es descalificarlos desde la izquierda, como islamófobos y fascistas o nostálgicos del franquismo.
Otro elemento que les ayudará a ver con mayor claridad es comprobar que ahora es desde el PSOE donde se promueven extrañas asociaciones de víctimas del terrorismo en Canarias (ACAVITE) que no tienen muertos de ETA sino del Polisario y no en España sino en el Sáhara, que tergiversando la historia y los sufrimientos de una guerra organizan ruedas de prensa en las que se habla del “terrorismo” saharaui y antiespañol justo como hicieron en su momento los responsables de la traición de 1975. Sí, sí, hablan de víctimas españolas del Polisario, como hicieron los franquistas, obviando eso sí los muertos y heridos de los atentados organizados en la entonces provincia española así como en Ceuta y Melilla antes del comienzo de la Marcha Verde, por el terrorismo organizado desde los servicios de seguridad marroquí.
El que ahora sea justamente un Zapatero el que ponga mucho énfasis en el “interés de España” por sacrificar a los saharauis a cambio de la amistad del rey Mohamed, debería también ser motivo más que de sobra, dada la experiencia de sus más de seis años de desastrosa política exterior, para sospechar que la verdad está del otro lado, de la parte de los pobres saharauis masacrados en una protesta pacífica, en las seis mujeres que han hallado descomponiéndose en el fondo de un pozo al que “alguien” las ha arrojado mientras los militares ejecutaban el genocidio.
Tienen una buena oportunidad los de derechas para demostrarle a los estafadores que ellos también los tienen calados y son las protestas que hoy y, sobre todo el sábado (en Madrid a las 12.00 en Atocha), va a haber contra los acuerdos de Madrid, el falso documento o el falso billete con el que nos dieron a todos el tocomocho. No se me ocurre mejor manera por el momento para decir no alto y claro a la política de avestrucismo de Zapatero con el tirano y nada pacifista Mohamed VI. Pero, por favor, no lo hagan sólo por llevar la contraria a los de izquierda, háganlo porque han visto que lo ocurrido esta semana es injusto y horroroso, porque se han dado cuenta de que los saharauis ponen los muertos pero nosotros no nos libramos de las salpicaduras. Traigan pancartas en las que digan que el resultado de mimar a un sátrapa con apetitos expansionistas es que ahora estamos a punto de tener una guerra en el patio de nuestra casa.
No les oculto que habrá simpatizantes del pueblo saharaui muy empeñados en hacer gestos con los que marcar que la del Sáhara Occidental es una causa de izquierdas. Pero hagan oídos sordos y sigan a lo suyo dando su contribución a la sanación colectiva. ¿No tienen a gala el ser patriotas y ya sin complejos? Pues demuestren allí que, a partir de ahora, no le sera tan fácil a nuestros politicos engañarnos utilizando las siglas de nuestras convicciones más profundas que no siempre necesitan de etiquetas ni emblemas partidistas. Sigan ahí por patriotismo, porque ayudar a los saharauis, digan lo que digan, además de merecerlo por caridad cristiana, es lo que más le conviene al interés de España.
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