Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional
viernes, 20 de agosto de 2010
ZAPATERO Y EL ARTE DE LA DIPLOMACIA DE FORILLO
Una de las muchas familias saharauis en el exilio, esperando a volver a casa.
Es lógico que a Zapatero le mole mucho más hacer diplomacia buenista luchando contra el flagelo del hambre en el mundo que apoyando el respeto del derecho internacional en el Sáhara español o condenando la violación de los derechos humanos en Guinea Ecuatorial. Las reuniones de temática humanitaria, incluyendo las del African Progress (de las que ya hablamos), son ideales para la diplomacia de forillo, esa política exterior en realidad es esencialmente interior puesto que su objetivo no es ampliar horizontes sino cosechar puntos en las encuestas de opinión en casa.
Las ideales son las que tienen como tema principal los Objetivos del Milenio, ese plan internacional con el que la ONU se propuso reducir a la mitad para el año 2015 esa pobreza extrema que obliga a vivir a 1.200 millones de personas ocn menos de un dólar al día. Basta con poner expresión de consternación ante los dramas de los pobres y exhibir generosidad a golpe de chequera para lograr muchos aplausos y loas en los foros internacionales. La rentabilidad es doble: los aplausos crean la ilusión de que el líder en cuestión tiene prestigio internacional y ello, a su vez, justifica mucho primer plano en los telediarios en casa de la pública y medios afines.
Un ejemplo de las ventajas que ofrece esta diplomacia de forillo a líderes necesitados de subir puntos en las encuestas domésticas fue la cumbre que en verano de 2008 la FAO celebró en Roma, para llamar la atención sobre la crisis alimentaria provocada por la subida de los precios de las cosechas en el tercer mundo. Todavía no había estallado el tsunami financiero procedente de Wall Street.
Zapatero se plantó allí, puso cara de “esto del hambre no puede seguir así” y prometió 500 millones de euros para acabar en especial con el drama de los africanos, los más pobres de los pobres. Sarkozy le ganó la mano al hacer lo mismo pero poniendo sobre la mesa el doble de pasta (1.000 millones de euros para África para los siguientes cinco año). Aún así, Zapatero dejó embelasada a la audiencia y rentabilizó su intervención como si hubiese prometido tres veces más que el hiperpresidente.
Hasta logró una mención especial en el discurso del propio director de la FAO, Jacques Diouf, que se refirió a España como el país que tuvo una respuesta más rápida a sus llamamiento de “necesitamos más pasta para acabar con esta lacra”. Zapatero estaba tan contento que le agradeció a Diouf en otro discurso el detalle de esa mención honorífica que le permitió volver a casa con un gran triunfo diplomático.
¡Menuda diferencia con los dolores de cabeza que puede provocar defender a los saharauis, con un Marruecos siempre dispuesto a responder a golpe de amenaza bélica en Perejíl, Ceuta y Melilla y, como les dejemos, hasta con las Canarias y Granada (que para lo de “recuperar” Al Andalus siempre tendrán a los de Al Qaeda de su lado)!
En esa reunion de la FAO, Zapatero quedó lo suficientemente bien situado para, en la Asamblea General de la ONU que siguió ese otoño, ser nombrado candidato europeo de la lucha contra el hambre por el cantante Bono. Seamos justos: no todos los gobernantes son capaces de sacar tanto provecho a 500 millones de euros. En ese tipo de reuniones, para lograr aplausos siendo líder de un país del Primer Mundo hay que tener la sangre fría de no salirse de los límites de la retórica de la pasta (el problema del hambre y la pobreza sólo necesita dinero para resolverse) y evitar hacer reproches a los dictadores con nombres apellidos, menos aún si es para reclamarles que dejen de saquear las riquezas de su pueblo y de violar los derechos humanos. Lo cual, además, se supone debería tener la enorme ventaja de evitar crisis diplomaticas con los Obiang y los Mohamed VI bajo el principio de "yo te dejo en paz a ti y tu, a cambio, no me molestas a mí.
Hay que hacer como que no existen organizaciones como las que ese mismo año de 2008 reflexionaban sobre lo bien que le vendría a la lucha contra hambre que se salvasen del pillaje y el despilfarro sólo el 10% de los ingresos anuales generados por la producción petrolera (los cálculos partían entonces de las cifras que para 2006 estimaron en 866.000 millones de dólares los ingresos de crudo en todo el mundo y de los cálculos con que la ONU fijaba en ese mismo año que en 73.000 millones de dólares el coste total para cumplir los objetivos del Milenio). Nada de ocurrencias que hurguen en la herida que supura de los datos que también por entonces denunciaron varias organizaciones y que apuntan a que este despilfarro es obra principalmente del voraz capitalismo de los cleptócratas africanos que se calcula han desviado entre 700.000 y 800.000 millones de dólares procedentes del petróleo a cuentas del extranjero y que, cada año, siguen inflando la cifra del robo sacando del continente unos 148.000 millones de dólares.
Es lo que hace posible que, por citar un caso cercano, el tirano de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang Nguema pueda ir a a la ONU a lamentarse por "las diferencias que separan a los países ricos de los países pobres, cuyas consecuencias causan el hambre, la miseria, las guerras y la desestabilización" y pedir “una reforma del sistema económico mundial", sin que nadie le abuchee por el robo de los ingresos del petróleo con el que su hijo colecciona coches de a tres millones de euros la unidad.
Zapatero, por ejemplo, hizo como que no se había enterado de que Obiang estaba en Roma que es lo que se estila de las antiguas madres patrias cuando se va a estas cumbres dispuestos a salir en hombros. Toda esta exquisita prudencia además hay que complementarla, como hicieron Zapatero y Sarkozy, con un buen ejercicio de autofustigamiento, entonando un sentido mea culpa y asintiendo con la cabeza cuando los Diouf y demás líderes africanos le echan la culpa de sus males a la tacañería de los ricos, removiendo los pecados y complejos de las sobrealimentadas almas del Primer Mundo.
No, no es tan fácil hacer política de forillo con el arte que tiene Zapatero (gracias a la asesoría de Moratinos). El entonces secretario de Agricultura de EEUU, Ed Schafer no pudo aguantar más cuando Diouf reprochó a los países ricos no hacer lo suficiente para erradicar el hambre mientras, en sus casas, "el consumo excesivo de los obesos cuesta 20.000 millones de dólares anuales a lo que hay que sumar los costes indirectos de 100.000 millones de dólares por las muertes prematuras y las enfermedades relacionadas". Quizás, sugirió en su intervención el representante estadounidense, Diouf proponía resolver el problema del hambre con un novedoso programa que mata dos pájaros de un tiro (el del hambriento y el de los problemas de salud de los obesos), sometiendo a los glotones un régimen severo obligatorio y el pobre al lado, comiendo sus sobras, con el estimulante lema de "adelgace, salvando al mundo".
Para colmo la delegación americana fue de las que más levantó su voz contra el presidente Mugabe y, ya lo conté en su momento, le obligó a marcharse a su casa sin poder meterse contra el abyecto capitalismo. Fue así como a EEUU le tocó cargar, una vez más, con el sanbenito de potencia egoísta y estrecha de bolsillo a pesar de ser el primer donante de la FAO y tener previsto para los siguientes dos años un gasto solidario de casi 5.000 millones de dólares sólo en el capítulo de la lucha contra el hambre.
La pena es que tanta arte diplomatica de Zapatero se pierda ahora en una crisis por Melilla que además, estará quitándole valioso tiempo que debería estar dedicando, como había prometido, a los objetivos del Milenio. Pero es que, al parecer, hay tiranos que no están dispuestos a conformarse con un valioso silencio de quien, en cambio, debería hablar alto y claro por el bien de los pueblos que sufren.
domingo, 8 de agosto de 2010
REFLEXIONES SOBRE LA INQUINA ESPAÑOLA CONTRA KAGAME
A orillas del lago Tanganika.
Hay quien asegura que la movilización contra Paul Kagame cuando vino a Madrid fue fruto de una "sucia campaña de la Iglesia y las ONG española". Suena un poco a lo de la conspiración judeo-masónica con la que en los tiempos del Generalísimo era estigmatizado todo lo que no comulgase con el régimen pero, tanta contundencia con toque a cruzada, le dan un cierto toque de intriga a la capacidad de Kagame a movilizar a la sociedad civil española que, en cambio (por poner un ejemplo) no logran los saharauis en huelga de hambre en los territories ocupados por Marruecos. Sigo el rastro de los antecedentes y, efectivamente, (como ya consta en este diario) el papel de genocida que se le atribuye a Kagame en relación a las matanzas de 1994 no es tan evidente como aseguran los denostadores del presidente ruandés.
La carnicería fue tan extremecedora (un millón y medio de muertos en tres meses) que la ONU creó el Tribunal Internacional Criminal de Ruanda para aclarar responsabilidades. Pero Kagame no está entre los perseguidos por esta instancia judicial, al menos por ahora. Aunque sus críticos insistan en que fue él que lanzó el misil contra el avión de los presidentes, a sabiendas que ello iba a prender la mecha al drama, esta corte internacional ha situado el origen de la tragedia en el grupito de extremistas hutus que entonces controlaba el Gobierno y que venían preparando una solución final al estilo nazi que consistía en acabar con el problema entre las dos etnias eliminando a la minoría tutsi. Tan en serio se habían tomado lo de imponer la pureza de su raza que acabaron llevándose por delante a los hutus moderados que por creer en la convivencia fueron asimilados a una infame categoría de traidores que puso la mitad de los muertos.
Donde se le acusa explícitamente a Kagame y a algunos de sus colaboradores por genocidio es en algunas instancias judiciales francesas y en la Audiencia Nacional donde quien lleva el caso en su contra es el juez Andreu, el que acusó al opositor guineano Severo Moto de intentar montar un golpe de estado contra el dictador Obiang Nguema con dos fusiles y un pistolón e inició con ello esa causa que, en lugar de ir a por el cleptócrata asesino, acabó metiendo en la cárcel de Navalcarnero al opositor.
También hay que decir que a quien detuvieron en Francia en marzo pasado no fue a ningún miembro del Gobierno de Kagame sino a la viuda del presidente hutu Juvenal Habyarimana, (Agathe), que llevaba años viviendo una cómoda y sosegada vida de exiliada con la protección gala pese a que siempre fue señalada como una de los cerebros del grupito de preparaba la solución final contra los tutsis que se puso en marcha con el atentado del avión con un balance escalofriante, un millón y medio de muertos en tres meses, la mitad. Claro que ahora parece que Sarkozy quiere hacer las paces con Kagame, zanjando así años de bronca que han recortado mucho la capacidad de maniobra de Francia en una zona que fue tradicionalmente de gran influencia francófona. Vaya cambio con respecto a los tiempos de Chirac presidente en que a Kagame se le trataba en París de despreciable títere del imperialismo yanki en África...¿Tendrá que ver todo ello con la saludable amistad entre Sarkozy y Obama?
No nos vayamos por las ramas y sigamos por donde empezamos, el fenómeno de la curiosa inquina española. Otro dato a tener en cuenta: los mismos que salen en defensa de Kagame (al menos los de versión inglesa) en relación a la tragedia de 1994, no son admiradores incondicionales del ex líder guerrillero. Por eso tienen muy claro (aquí lo podéis leer) que el presidente ruandés ha cometido, por ejemplo, el imperdonable error de aferrarse a la silla con métodos y objetivos dignos de un Mugabe y no del líder que, en 1994, se ganó cierto crédito internacional.
Y ya que estamos, como decía Fernando, con motivo de la reunión del African Progress que organizó el PSOE en Madrid también pasó por la capital algún dirigente con alergias y pecados similares a los de Kagame como el presidente de Etiopía (también antiguo guerrillero). No hubo movimiento social que lo hiciese notar. Si lo de Kagame es un precedente para que los dictadores africanos tengan claro que en España no son bien recibidos los no demócratas, habrá que ir afinando.
Hay quien asegura que la movilización contra Paul Kagame cuando vino a Madrid fue fruto de una "sucia campaña de la Iglesia y las ONG española". Suena un poco a lo de la conspiración judeo-masónica con la que en los tiempos del Generalísimo era estigmatizado todo lo que no comulgase con el régimen pero, tanta contundencia con toque a cruzada, le dan un cierto toque de intriga a la capacidad de Kagame a movilizar a la sociedad civil española que, en cambio (por poner un ejemplo) no logran los saharauis en huelga de hambre en los territories ocupados por Marruecos. Sigo el rastro de los antecedentes y, efectivamente, (como ya consta en este diario) el papel de genocida que se le atribuye a Kagame en relación a las matanzas de 1994 no es tan evidente como aseguran los denostadores del presidente ruandés.
La carnicería fue tan extremecedora (un millón y medio de muertos en tres meses) que la ONU creó el Tribunal Internacional Criminal de Ruanda para aclarar responsabilidades. Pero Kagame no está entre los perseguidos por esta instancia judicial, al menos por ahora. Aunque sus críticos insistan en que fue él que lanzó el misil contra el avión de los presidentes, a sabiendas que ello iba a prender la mecha al drama, esta corte internacional ha situado el origen de la tragedia en el grupito de extremistas hutus que entonces controlaba el Gobierno y que venían preparando una solución final al estilo nazi que consistía en acabar con el problema entre las dos etnias eliminando a la minoría tutsi. Tan en serio se habían tomado lo de imponer la pureza de su raza que acabaron llevándose por delante a los hutus moderados que por creer en la convivencia fueron asimilados a una infame categoría de traidores que puso la mitad de los muertos.
Donde se le acusa explícitamente a Kagame y a algunos de sus colaboradores por genocidio es en algunas instancias judiciales francesas y en la Audiencia Nacional donde quien lleva el caso en su contra es el juez Andreu, el que acusó al opositor guineano Severo Moto de intentar montar un golpe de estado contra el dictador Obiang Nguema con dos fusiles y un pistolón e inició con ello esa causa que, en lugar de ir a por el cleptócrata asesino, acabó metiendo en la cárcel de Navalcarnero al opositor.
También hay que decir que a quien detuvieron en Francia en marzo pasado no fue a ningún miembro del Gobierno de Kagame sino a la viuda del presidente hutu Juvenal Habyarimana, (Agathe), que llevaba años viviendo una cómoda y sosegada vida de exiliada con la protección gala pese a que siempre fue señalada como una de los cerebros del grupito de preparaba la solución final contra los tutsis que se puso en marcha con el atentado del avión con un balance escalofriante, un millón y medio de muertos en tres meses, la mitad. Claro que ahora parece que Sarkozy quiere hacer las paces con Kagame, zanjando así años de bronca que han recortado mucho la capacidad de maniobra de Francia en una zona que fue tradicionalmente de gran influencia francófona. Vaya cambio con respecto a los tiempos de Chirac presidente en que a Kagame se le trataba en París de despreciable títere del imperialismo yanki en África...¿Tendrá que ver todo ello con la saludable amistad entre Sarkozy y Obama?
No nos vayamos por las ramas y sigamos por donde empezamos, el fenómeno de la curiosa inquina española. Otro dato a tener en cuenta: los mismos que salen en defensa de Kagame (al menos los de versión inglesa) en relación a la tragedia de 1994, no son admiradores incondicionales del ex líder guerrillero. Por eso tienen muy claro (aquí lo podéis leer) que el presidente ruandés ha cometido, por ejemplo, el imperdonable error de aferrarse a la silla con métodos y objetivos dignos de un Mugabe y no del líder que, en 1994, se ganó cierto crédito internacional.
Y ya que estamos, como decía Fernando, con motivo de la reunión del African Progress que organizó el PSOE en Madrid también pasó por la capital algún dirigente con alergias y pecados similares a los de Kagame como el presidente de Etiopía (también antiguo guerrillero). No hubo movimiento social que lo hiciese notar. Si lo de Kagame es un precedente para que los dictadores africanos tengan claro que en España no son bien recibidos los no demócratas, habrá que ir afinando.
domingo, 1 de agosto de 2010
ZAPATERO Y EL PROGRESISMO AFRICANO
La reunión del African Progress que se celebró el pasado día 12 en la sede del PSOE en la calle Ferraz en Madrid, da para reflexiones como las de Luis de Vega, las de Fernando Maura y muchas más. Ha habido mucho comentario sobre cómo es posible que Zapatero, Chaves y Leire Pajín hayan descubierto África y, sin embargo, ignoren el África hispana (con lo reducida que es) y las grandes carencias de progresismo que padecen los saharauis y guineanos.
¿Qué mejor oportunidad que una reunion organizada en Madrid y con el ANC, el partido de Nelson Mandela que Gobierna Suráfrica desde que cayó el apartheid? Como dijo Chaves si algo distingue al ideario de los líderes progresistas frente a "los partidarios del pensamiento único" es el "promover la igualdad de género, el apoyo a la democracia, la paz, la seguridad y la defensa de los derechos humanos”…
Para comprenderlo, hay que ponerse en el lado de los organizadores y de los objetivos que persiguen. Este tipo de iniciativas tienen como objetivo objetivo establecer "un foro permanente de diálogo" y "fortalecer las relaciones" entre países, gobiernos o partidos afines. Para que este “diálogo” prospere lo primero es contar con el mayor número posible de invitados ilustres (en este caso africanos) que, con sus aplausos, certifiquen que el anfitrión está en la ola. Para que el éxito sea completo, hay que asegurarse el poder contar en el futuro con nuevas reuniones sin que ocurra como con la Alianza de las Civilizaciones, grandes iniciativas que se quedan en punto muerto por falta de asistencia. Tocar un tema tan sensible como son los derechos humanos en África entre tanto dirigente como el que hubo en Madrid, incluso con los muy “progresistas” no garantiza que los invitados vuelvan a su país contentos y, sobre todo, con ganas de repetir faena.
El ANC no está libre de pecado cuando se trata de defender la causa de los derechos humanos y la democracia en otros países africanos. Por ejemplo, se le reprocha a sus líderes ese papel de defensa a ultranza que están desempeñando con Mugabe, el octogenario que no afloja la presa del poder en Zimbabue, caiga quien caiga. Al papel de liderazgo regional que desempeña Suráfrica no le sienta nada bien esta debilidad que se sospecha tiene que ver con las deudas del pasado y el apoyo que el ahora denostado dictador Mugabe dio a la causa del ANC cuando este movimiento estaba condenado a la clandestinidad.
La verdad es que tampoco se le ha oído a los dirigentes surafricanos hablar muy fuerte contra Obiang y, de hecho, se dice que el chivatazo que alertó a la dictadura guineana de la llegada de Simon Mann y su supuesta unidad de mercenarios dispuestos a emular la gesta de los Perros de la guerra, partió de los servicios surafricanos.
Sin embargo Obiang no es para el ANC un caso homologable al de Mugabe, al que se sienten obligados por agradecimiento a defender a capa y espada. A veces los Thabo Mbeki le han estrechado la mano a Obiang, pero ni siquiera la cuenta de beneficios de las petroleras surafricanas que se han abierto camino en la explotación del Kuwait africano han logrado para el cleptócrata guineano la misma comprensión que para su amigo Mugabe (él sí que habla muy bien de Obiang). Probablemente esa extraña neutralidad que consiste en un “no estoy contigo pero tampoco te voy a fastidiar” animó a Obiang a dar en Suráfrica su reciente discurso histórico, esa nueva edición del cambio del cambio que luego nunca cumple. Pero sin duda que al dictador guineano no le hizo ninguna gracia que el reverendo y premio Nobel Desmond Tutu, un peso fuerte en la lista de figures de peso en Suráfrica, le aguase la fiesta haciendo lo que Zapatero no se ha dignado hacer, hablando alto y claro para que la Unesco no hiciese el ridículo
En cualquier caso, si alguna duda podrían tener los organizadores españoles del African Progress en relación a Obiang, seguro que el ANC no hubiese tenido ningún problema con un recordatorio a la causa del Sáhara que el partido de Mandela mima con mucho esmero, hasta en pequeños detalles como es la inclusion de la bandera de la RASD en los actos del Mundial de Fútbol. Como no fuese que Zapatero tuviese miedo a que algún amigo de Mohamed VI en la reunión universal creando un premio científico financiado por Obiang a cambio de que inmortalizase su nombre. tuviese que sentirse obligado a salir en defensa del rey alauita…
Toda precaución es poca cuando hay tanto en juego y lo que importa es seguir avanzando. ¿Hacia dónde? Da la impresión que esto del African Progress le ha servido a Zapatero para ir calentando motores de cara a la cumbre de evaluación de la lucha contra la pobreza que la ONU celebrará el próximo septiembre. Lo sugiere esa amplia parte del discurso con la que Zapatero dedicó a los Objetivos del Milenio. Que si esta reunión de septiembre "va a ser una cita decisiva contra el hambre"; que si “lo mejor que ha hecho la ONU en su historia es elaborar y exigir los Objetivos del Milenio”, que si “aún se puede ganar” la lucha contra la miseria en el mundo”…
Y para rematar una promesa solemne: que nadie desfallezca que él se compromete a trabajar ante los líderes mundiales con la firme determinación que requiere "encontrar alguna fuente de financiación" para que la ONU cumpla sus promesas. La buscará dijo "desde el sistema financiero y exigiéndoselo al sistema financiero". No aclaró en qué consistiría este mecanismo pero seguro que tiene algo preparado para revalidar ese título con el que el cantante Bono le nombró en 2008 máximo líder europeo en la noble causa de la lucha contra el hambre.
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