Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional
miércoles, 24 de febrero de 2010
NÍGER Y LA PARTIDA SAHELIANA
El golpe de estado en Níger coincide con un interesante movimiento de peones en el tablero norteafricano en el que la carrera por el control de grandes recursos mineros y energéticos se cruza con un creciente interés en Europa y EEUU por la lucha contra el terrorismo internacional en los países Sahel.
Níger, ex colonia francesa, es un país de gran importancia estratégica tanto por su situación geográfica, en el corazón del cinturón saheliano clave para la estabilidad de nuestros vecinos del Magreb, como por sus enormes e inmensas riquezas mineras de uranio, fosfato y oro. Aunque nos suene más como referente de peregrinaciones solidarias y campañas de solidaridad para la lucha contra el hambre (María Teresa de la Vega, sin ir más lejos, hizo allí su primer viaje como embajadora de la nueva diplomacia ética de Zapatero), sólo por lo que se refiere al uranio, Níger es el tercer productor mundial por detrás de Canadá y Australia. En 2009, Níger ya producía unas 3.300 toneladas anuales de este preciado mineral gracias a dos grandes minas a las que ahora se va a añadir la explotación de otros dos prometedores yacimientos: se calcula que para 2012 habrán aupado a Níger hasta el segundo puesto de los grandes productores de uranio con un total de 5.000 toneladas anuales.
Hasta 2007 la explotación de esta inmensa riqueza la tuvo en exclusiva la empresa francesa Areva, número uno en el mundo en lo que se refiere a la producción de energía nuclear con fines civiles y que, participada en un 91% por el estado, ha sido uno de los motores de la expansión del gigante eléctrico francés EdF (también de propiedad estatal). Areva fue noticia en la prensa francesa a principios de febrero cuando se anunció un acuerdo para que esta empresa contribuya a la “electrificación” del gigante gasista Gas de Francia Suez (también participado por el estado francés), en el marco del diseño que Sarkozy lleva trabajando, desde antes de ser presidente, para que esta empresa se convierta en el segundo grupo francés situado en la lista de los grandes de la energía mundial.
La vital importancia que la producción de uranio de Níger ha tenido durante más de cuatro décadas para el programa de energía nuclear sobre el que la Francia de De Gaulle apuntaló su famosa equidistancia entre los dos dos bloques de la guerra fría, comenzó a complicarse en 2007. Una rebelión de la población tuareg en el norte del país, escenario de la producción minera, se sumó al descontento popular generalizado ante la nula incidencia en el desarrollo del país de los grandes beneficios que generan las exportaciones de uranio que suman más del 70% de sus ingresos totales.
Los ataques tuareg a las instalaciones de Areva no desanimaron al gobierno de Níger a negociar nuevas licencias de explotación con algunos de los muchos interesados en abrirse un hueco junto a la omnipresencia francesa en la ex colonia africana, especialmente de las potencias emergentes asiáticas (India y China) muy necesitadas de esa energía que, dicho sea de paso, todo apunta a que la crisis y el ejemplo del presidente Obama van a disparar en bolsa.
China, en especial, se hizo con un acuerdo de explotación de uranio en Azelik, en el norte de la región de Agadez donde ya tenía concesiones Areva. El proyecto moviliza una inversión de 300 millones de dólares que se esperaba diese frutos para este año a un ritmo de 700 toneladas de nueva producción.
Quién sabe si esta “diversificación” no haya tenido algo que ver con el derrocamiento del presidente Mamadou Tandja o con la determinación con la que este gobernante elegido en las urnas, se había negado a abandonar el poder en diciembre (el pueblo se lo había pedido así, dijo), contraviniendo la constitución del país y una sentencia del Tribunal Constitucional que le había conminado a cumplir con la Ley.
La entrada de China en el negocio del uranio nigerino sí coincidió en 2007 con el inicio de una gran crisis entre Níger y Francia. Visto desde París, no era para menos: los chinos también les habían metido otro gol en lo que los franceses consideran su casa, al hacerse con los derechos para iniciar la explotación de los yacimientos de crudo con los que Níger ha entrado recientemente en el mapa en expansión de la producción petrolera africana. Desde el lado africano, se respondió con grandes manifestaciones callejeras contra Areva y la expulsión por parte del Gobierno de Tandja del jefe de operaciones de esta empresa al que acusó de promover la rebelión tuareg.
Tras dos años de tensiones, sin embargo, el conflicto entre ambos gobiernos, al menos en lo que se refiere al negocio del uranio, se zanjó en 2009 con la concesión a Francia de la explotación de la mina de Imouraren que se dice es la segunda mayor mina de uranio del mundo. De hecho, el Gobierno de Sarkozy ha condenado el derrocamiento de Tandja aunque, a diferencia de lo que ocurrió en Honduras con el presidente Zelaya (el que también quería prolongar su estancia en el palacio presidencial como fuese) se ha dado a entender que se lo tiene merecido porque, en realidad, el golpe lo inició él cuando se negó a dejar la silla.
El uranio no es la única pista a seguir con esta pieza del complejo entramado saheliano. El golpe en Níger también coincide con un intento por parte del gobierno de Argelia de afianzar su papel de mediador para la solución del conflicto entre los gobiernos centrales de Níger y Mali, con los rebeldes tuareg. Un papel que Francia hace todo lo posible por deslucir para seguir siendo la primadonna indiscutible en el norte de África. Además, todo esto se junta con la ofensiva de europeos y americanos están dando para definir una línea de acción contra las redes de Al Qaeda en el Sahel. Un movimiento que, desde Argel, es percibido como una carrera a ver quién llega antes para, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, proporcionar ese tipo de ayuda económica y defensiva que garantiza la injerencia en los estados y el control de sus recursos.
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