Manifestación por el Sáhara y Aminetu en Madrid, el pasado sábado.
Cada vez que se intenta hacer un ejercicio de memoria histórica sobre el gran escándalo que se fraguó el 14 de noviembre de 1975 (la entrega ilegal que España hizo del Sáhara a Marruecos), siempre hay una voz optimista que jura y perjura que semejante burrada no se hubiese producido en una España democrática como la que ahora disfrutamos. Los hechos, sin embargo, han vuelto a demostrar la gran verdad de aquello que dijo en pleno siglo XVII el gran pensador napolitano Giambattista Vico, lo de las vueltas y revueltas de la historia repitiéndose, con sus errores más burdos a rastras.
Si Marruecos nos impuso su voluntad es porque nos pilló en un momento crítico del comienzo de la Transición... El profesor Calduch lo volvió a señalar, más o menos con estas palabras, en ese debate al que Libertad Digital Televisión tuvo el detalle de invitarme junto a otros ilustres rebeldes con el osado propósito de intentar desempolvar un trozo de la historia que, desgraciadamente, los políticos hacen grandes esfuerzos para que olvidemos. (Digo detalle porque dicen que este medio es muy de derechas y ya vemos la batalla que muchos medios afines al PP han desencadenado para apuntalar la entusiasta entrega promarroquí de Rajoy en relación al Haidargate. Pero en ese programa, unos cuantos dijimos lo que creíamos debíamos decir con el único obstáculo que impone nuestra timidez y falta de práctica.)
Como decía el profesor Calduch, el papá de Mohamed VI, el temible y maquiavélico Hassán II, aprovechó el mejor momento, ese que se produjo con el vacío de poder como dicen algunos, cuando Franco ya no mandaba porque llevaba un tiempo más vivo que muerto y los españoles pendientes de la inminente certificación de su fallecimiento. Un momento delicado, sin duda, mientras el príncipe Juan Carlos tomaba las riendas de verdad tanto de cara al interior como el exterior. No nos olvidemos que la transición española fue examinada por las potencias democráticas, especialmente las de Europa, con una lupa tan exigente casi como la que pone continuos peros a la entrada en la Unión Europea a los turcos a los que ni siquiera se da un estatuto avanzado como en cambio ha recibido el muy demócrata Mohamed VI. Nada que ver con las facilidades que se han dado a muchos recién llegados a la UE de la Europa oriental y balcánica.
Noviembre de 1975 fue el momento ideal para dar el zarpazo a una España débil y entredicho ante la comunidad internacional, no hay quien lo discuta. No pondría en cambio la mano en el fuego para la segunda parte del razonamiento, la que concluye en la feliz hipótesis de que si esa crisis se produjese ahora, no habría acuerdos ilegales con Marruecos. De hecho, menos de una semana después del programa, Moratinos y Zapatero, de la mano de Sarkozy, han vuelto a repetir la jugada de 1975, como una mala copia del original.
La misma estrategia de confusión, la misma batalla semántica para despistar a la opinión pública sobre la cuestión de fondo. De nuevo unos acuerdos de Madrid ilegales que no existen más que para la propaganda marroquí. Ahora, por ejemplo, parece que la clave del entuerto es, como en 1975, si España (potencia administradora del Sáhara según la ONU) ha reconocido la administración marroquí e, incluso, la soberanía de Marruecos (potencia ilegal, según la ONU).
Marruecos y Francia aseguran que en Madrid y París se ha reconocido, a cambio de salvar a Aminetu del suicidio, la administración marroquí sobre el Sáhara. Zapatero y Moratinos dicen que no es verdad, que no es cierto, ni lo de la soberanía, ni lo de la administración.
Sería el colmo que Zapatero, el líder planetario de la legalidad internacional, el que declaró la guerra a Bush al grito de “ante todo, cumplamos con la ONU”, reconociese la soberanía marroquí sin que se apliquen las resoluciones de la ONU para el Sáhara y sin que se celebre el referéndum de autodeterminación que Marruecos impide se lleve a cabo. Ni siquiera los franquistas se atrevieron a ello.
Antonio Carro, ministro de Franco y cerebro de la redacción de los mal llamados e inexistentes acuerdos de Madrid, así de tajante lo dijo al referirse a las negociaciones que condujeron al despropósito que la transición no ha logrado remendar:“España no transmitió la soberanía, sino sólo la administración del territorio, como se ha dicho una y mil veces”, dijo el malísimo del enredo al dar la razón de por qué no había podido ir más allá con los seudoacuerdos: porque el Sáhara es un Territorio No Autónomo de acuerdo a derecho, lo que significa que España nunca tuvo la soberanía del Sáhara, como en cambio tiene sobre Cuenca, sino sólo la administración. Y como él dijo, España no podía darle a Marruecos, lo que España nunca había tenido.
¿Traspasaron entonces los franquistas la administración? No, hicieron como que la traspasaban, con una ficción, los acuerdos de Madrid, que el propio enviado de Moratinos a Aminetu, Agustín Santos, dijo que no está vigentes (nunca lo estuvieron). Lo que hicieron los Gobiernos que siguieron a la muerte del dictador, fue ni confirmar (no podían porque incluso esta cesión de la administración nos hubiese situado en un incumplimiento de la legalidad internacional) pero tampoco negar oficialmente. Se estableció así ese limbo jurídico que le ha servido a Marruecos para hacer como que no es un potencia que ocupa de facto pero ilegalmente el Sáhara.
Así que, si miramos bien, ahora volvemos a repetir lo mismo, Decimos que de soberanía nada y, en cuanto a la administración, Zapatero y Moratinos ni niegan ni asienten. Dicen que se han limitado a “constatar” que quien manda en El Aiún es el régimen alauita. Constatar, efectivamente, no es lo mismo que reconocer, es darse cuenta, ¡por fin¡ después de 34 años, que algo está pasando en el Sáhara.
Es el mismo juego ambiguo de las palabras de aquella resolución de la ONU 3458 B que en diciembre de 1975 “tomó nota” de los acuerdos de Madrid que entregaron el Sáhara a su enemigo, como quien dice: “vale, ya que os empeñáis los españoles y marroquíes, me doy por enterado”. Lo cual, no significa que la ONU considerase que esos acuerdos podían ser certificados de acuerdo a derecho. De hecho, la ONU tomó nota, pero siguió reconociendo a España como potencia administradora, reconociendo implícitamente que esos acuerdos de Carro habían sido una tomadura de pelo con la que contentar a Hassán II y despistar a la opinión pública, quizás, pero nada más.
Francia, en esta ocasión, ha hablado mucho más claro que Moratinos. Sarkozy puede permitirse el lujo de mentir, diciendo que Marruecos es la potencia administradora, porque puede cubrirse las espaldas haciéndose el tonto señalando a Moratinos: “Pero si lo ha dicho éste, que representa a España, la potencia que tiene la palabra sobre el asunto”. Pero Zapatero y Moratinos, no pueden ser tan claros precisamente por eso, porque España es la autoridad administradora y ello implica obligaciones legales con el pueblo que tutela ante la comunidad internacional. De nuevo, esa legalidad que llevó a los españoles a echarse a la calle en contra de Aznar y Bush pero que el PSOE y el PP de Rajoy quieren ocultar y tergiversar cuando se trata del Sáhara español.
Por ahora, esta nueva edición de los Acuerdos que nunca existieron sólo sirve para que la prensa de Mohamed haga títulos triunfales, no sirve más que para hacerle un paripé al sultán con el que salvarle la cara ante los suyos del ridículo monumental que ha hecho por culpa de una sola y frágil mujer con mucha determinación y coraje. Pero, dada la andadura que ha tenido hasta ahora el Gobierno de Zapatero con el asunto del Sáhara, lo mismo se ponen a enredar en la ONU para vengarse de los quebraderos de cabeza que tanto coraje les ha costado. Siempre es posible lo peor, y Marruecos, desde 1975, ha movido sus hilos para extorsionar a España y promocionar a su costa una de esas chapuzas que, de vez en cuando, triunfan en la ONU. Allí, al fin y al cabo, las decisiones no las toma un ente puro, sino los estados y quienes los representan.
P. D. Oído cocina, querido profesor Portillo. Nada de olvido ni de relajo, que sólo hemos tomado un poco el aire para oxigenarnos, nos hemos avituallado por si acaso hay que volver a las trincheras, hemos puesto un poco de orden en la retaguardia casera (como si Mohamed hubiese bombardeado), transitado por la mani del sábado para tantear el terreno y una sesión de cine para restablecer la neurona y aquí estamos de nuevo. Como también dice Antònia, ahora no hay que perder de vista las posibles contrapartidas que Mohamed querrá cobrarse por renunciar a matar a Aminetu. Además, hay que recuperar temas que el Haidargate obligó a dejar a un lado, como la nueva farsa electoral en Guinea que Obiang ha consumado con los parabienes de Zapatero y, cómo no, de su amigo Moratinos. Campillo: efectivamente, ha sido lamentable, pero Aminetu ha marcado un antes y un después en la guerra del Sáhara. Gracias Alex/Alejandro por tu indicación, ya subsané el error en el pie de foto. Gracias a todos.
2 comentarios:
Hay una teoría según la cual Marruecos hizo lo que hizo en noviembre del 75 porque Fanco estaba más para allá que para acá. Y no es tan sencillo.
Entre noviembre de 1957 y abril de 1958 -con Franco en plenas facultades- el ejército español mantuvo una guerra silenciada por el Régimen en la zona de Ifni, un territorio situado al sur de Agadir. Este conflicto se saldó con 198 muertos, 574 heridos y 80 desaparecidos entre los soldados españoles y un número indeterminado entre los guerrilleros del Ejército de Liberación, y demostró al recién nacido reino de Marruecos cual sería nuestra posición ante sus posteriores exigencias respecto al Sáhara Occidental.
P.S. Mis mejores deseos en estos días tan entrañables ;-)
A mi entender España reconoce, aunque no abiertamente, que el Sáhara Occidental está ocupado por Marruecos ya que se aplica en su territorio una Ley ajena al mismo.
Según el comunicado del Gobierno español: ....España constata que la Ley marroquí se aplica en el territorio del Sahara Occidental.
Atendiendo al significado de constatar según la RAE (en su 3ª acepción), el comunicado del Gobierno español puede significar: ....España hace constar de manera fehaciente que la Ley marroquí se aplica en el territorio del Sahara Occidental.
Constatar: Comprobar un hecho, establecer su veracidad, dar constancia de él.
Constancia: Acción y efecto de hacer constar algo de manera fehaciente.
(Real Academia Española)
Publicar un comentario