Semana de mucha caló y muchas noticias relacionadas con África, ese mundo a tiro de piedra que los españoles no deberíamos asociar sólo con ONG dedicadas a la lucha contra el hambre. Hasta Zapatero parece que lo ha entendido porque uno de los principales objetivos de esa gira que el pasado 22 de junio inició por Nigeria y Togo ha sido avanzar en una estrategia que sitúa al archipiélago canario en las coordenadas que le corresponden, como plataforma ideal para desarrollar relaciones políticas, económicas y culturales con los países de esa otra orilla del Atlántico, a menos de media hora en avión de las islas.
De eso se trata la cumbre entre España y los 15 países de la Comunidad de Estados de África Occidental (CEDAO) que en el segundo semestre de 2010 se va a celebrar en la sede de Casa África en Las Palmas. Un evento que Zapatero anunció a bombo y martillo el pasado día 29 cuando fue a Las Palmas ¡vaya coincidencia! a anunciar un plan económico de choque anticrisis para el archipiélago que también tiene mucho que ver con esa “proyección de Canarias desde el punto de vista económico y de su contribución a la política exterior del Estado” que, dijo, debe “poner en valor el potencial hacia África como una de las grandes oportunidades y vectores de futuro” para las islas.
La idea no es nueva, ya se le ocurrió al interesante hombre de negocios e infatigable viajero Donald Mackenzie en el siglo XIX: después de haberse recorrido Marruecos y el Sáhara de lado a lado y haber reunido todo tipo de información sobre el movimiento del rico comercio caravanero, este hombre que aspiraba a convertirse en empresario abriéndose hueco (con el respaldo de la corona británica, claro) en la tarta que aún quedaba libre de la penetración colonial, llegó a la conclusión de que la mejor fórmula para participar en los grandes beneficios que tenían como epicentro Tombuctú era trabajar desde las islas Canarias (en concreto Lanzarote) en combinación con una base africana que estuviese fuera de la jurisdicción del sultán marroquí que controlaba parte de ese tráfico caravanero. Fue así como Mackenzie eligió para establecer su primera factoría africana el Cabo Juby, en un territorio que el sultán certificó no era suyo hasta que se dio cuenta del daño que la estrategia canario-británica podía provocarle a sus arcas.
Déjemos a un lado los equívocos y errores, cosa de la historia, por los que Cabo Jubi acabó dentro de las fronteras del Marruecos actual. Ni el delirante proyecto de inundación del Sáhara con el que Mackenzie proponía (compitiendo con otros visionarios del momento) convertir esta parte de África en un vergel. Lo interesante de la visión de Mackenzie, tal como lo percibieron en Londres quienes estaban dispuestos a respaldar el plan, es que esta conexión canario-sahariana tenía un valioso potencial económico-comercial y competir con los franceses que ya andaban por la zona.
Desde entonces este esquema no ha perdido vigencia y, si no se ha llevado a cabo, ha sido por el empeño de los españoles en ignorar y despreciar las posibilidades que ofrece el continente africano. Añádase a este factor, la debilidad española a la hora de respaldar la proyección económica con una política exterior independiente, al servicio de los intereses españoles y no, como ha ocurrido desde los tiempos de Franco, cortocircuitada por las contrapartidas de corto alcance que nuestros políticos negocian con terceros para satisfacer sus objetivos de permanencia de muy corto alcance.
¿Será que Zapatero lo va a conseguir? A veces la historia toma impulsos inesperados y sorprendentes por la humana necesidad que los líderes políticos también tienen de apuntalar su autoestima. Para demostrarle a Sarkozy lo muy equivocado que estaba al dudar de su coeficiente intelectual, no estaría mal que Zapatero empezase por rematar lo que otros empezaron y, en todo caso, no lograron llevar a término, entre otras cosas, por las poderosas zancadillas interpuestas por los intereses franceses.
Lo que no queda nada bien en este esquema de la Estrategia Canarias (así la llama Zp) es la nueva ofensiva de Moratinos a favor de Marruecos en el encuentro que el martes celebró con el enviado del secretario general de la ONU para el Sáhara Christopher Ross, que estaba de gira supuestamente para ver por dónde retoma lo de intentar resolver el conflicto. Lo de pedirle al americano que vaya por el camino de una “solución política” es una forma de que España, la potencia administradora, desanime a la organización del referéndum que la ONU le debe a los saharauis. Seguir por ese camino podría explicarse como la contrapartida a una luz verde francesa a la estrategia canarioafricana (luz verde de Sarko a cambio de favorecer a su satélite marroquí) pero refleja una debilidad política que nos deja fatal ante el pueblo saharaui y el resto de la comunidad africana mayoritariamente partidaria de la la causa de la autodeterminación de nuestra antigua provincia. Mal comienzo para empezar un proyecto de tan altos vuelos.
Tampoco resulta muy oportuno el anuncio con el que Moratinos amenaza, de nuevo, realizar ese viaje a Guinea que tenía pendiente desde el pasado año, como no sea que el objetivo sea el de animar a Obiang a tomar el camino del exilio a Marruecos (por ejemplo) antes de que sea demasiado tarde. Pero no parece que sea ese el sentido de una gira que el ministro se propone hacer acompañado de diputados y empresarios. Feo, feo. Justo ahora que el dictador acaba de intentar resolver el problema de la “mala prensa” que le hacen algunos a su tiranía, encerrando entre barrotes a un periodista…Justo ahora que, hasta el propio Sarkozy, dice el exiliado escritor y nada simpatizante de la francofonía Donato Ndongo (en el Mundo Negro de este mes de julio), ha comenzado a cambiar la tradicional política de apoyo francesa a los cleptócratas de sus ex colonias y anima a la justicia a perseguirlos…
Que por cierto, ahora que recuerdo: el aplazamiento de ese viaje que Moratinos quería hacer tras las elecciones del pasado año coincidió con la petición del abogado de Severo Moto, Francisco Fernández Goberna para que se realizase una comisión rogatoria en relación con el papel jugado en una supuesta conspiración para derrocar a Obiang el opositor Saturnino Mbomio Nkono, el mismo al que la prensa negativa dio seguidamente por muerto víctima de la tortura en una comisaría de Malabo. Le habían detenido a raíz de que, desde Madrid, alguien filtrase a Obiang, en pleno secreto del sumario, que se había descubierto un supuesto envío de armas supuestamente organizado por Severo Moto y que el supuesto destinatario del alijo era el pobre Saturnino.
Como en Madrid los jueces de la Audiencia Nacional mandaron a Moto a pasar el verano a la cárcel de Navalcarnero para proteger al dictador Obiang de sus supuestas conspiraciones, Fernández Goberna pidió que se localizase al tal Saturnino (tampoco se fía el abogodo de lo que dice la mala prensa anti Obiang). Necesitaba su versión para esclarecer la verdad y sacar del trullo a su defendido.
Como no le hacían mucho caso, Fernández Goberna hasta recurrió al rey Juan Carlos para pedirle que suspendiese sus relaciones con Obiang mientras las autoridades y la justicia guineana no colaborasen en el asunto con la justicia española. ¿Será que la comisión rogatoria volvió satisfecha de Guinea, Saturnino goza de buena salud y Moratinos va para allá para celebrarlo? Esto, como lo del cambio de Francia en su política africana, habrá que comprobarlo.
Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional
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