Esta semana la muerte de Omar Bongo, el dirigente africano que llevaba más tiempo aferrado al poder (nada menos que 42 años), ha abierto una incógnita en la geopolítica africana que afecta (y mucho) a dos asuntos de gran interés para los españoles: Sáhara Occidental y Guinea Ecuatorial. Y es que Bongo, era mucho más que el presidente de Gabón, uno de los países beneficiarios de la enorme bolsa de petróleo que tiene bajo el África occidental el 10% de las reservas petroleras del mundo y por cuyo control compiten EEUU, Francia y China. Su fallecimiento en una clínica de Barcelona, a los 73 años, deja a la política neocolonial francesa sin uno de sus más valiosos peones. Lo mínimo que se estarán preguntando en París (a menos que se hayan planteado un cambio de pauta) es si los hijos de este gobernante de puño de hierro, que pretenden montar una sucesión dinástica sabrán hacerlo igual de bien que su padre.
Por ejemplo: 1977, estalla una revuelta en Shaba, en el antiguo Zaire contra el fallecido dictador Mobutu Sese Seko. Los gobernantes franceses quieren intervenir en defensa de su aliado Mobutu pero evitando que los africanos que no son del club los acusen de neocolonialismo. Lo mismo les ocurría por las mismas fechas con Chad o Benín ¿Qué hacer? Pues mover los hilos para que su intervención se convirtiese en el resultado de una petición africana: Mobutu pedía, por ejemplo, ayuda al rey Hassán II de Marruecos y/o Bongo en Gabón que, a su vez, alegando la falta de medios, pedían la colaboración francesa.
Bongo, que entonces presidía la Organización de la Unión Africana (OUA), se encargaba además de mantener paz en el cotarro africano desplegando todo el peso y poder que ya tenía por la explotación de una riqueza petrolera que, por cierto, administraban en exclusiva la petroleras francesas. Como los que señalaban con el dedo el colonialismo francés eran el coronel Gadafi o los seudomarxistas de Angola, la aportación de Bongo quedaba como un inestimable servicio a la causa prooccidental en contra del eje del mal del momento.
¿Y que sacaba a cambio un Bongo? Pues, por ejemplo, la gran tranquilidad que supone el saber que, hagas lo que hagas, (incluyendo el asesinato en Francia del amante de su esposa Josephine), siempre vas a tener de tu lado al primo de Zumosol presionando a la justicia francesa para encubrir el escándalo a pesar de las torpes pistas dejadas por los matones que ejecutaron el encargo. Sin contar con que, cuando llega el día en que la población gabonesa no puede más de tanta rapiña y despotismo (incluso en África ocurre) y se echa a la calle a exigir dignidad y derechos, el dictador tiene a su disposición a las tropas francesas estacionadas en Libreville prestas a intervenir contra los revoltosos con el pretexto de los acuerdos de defensa firmados con el Gobierno gabonés.
Así se explica lo de la longevidad de las dictaduras francoafricanas y, a su vez, la buena disposición de los Bongo, Mobutu, Eyadema, Hassán II y todos los que tuviesen la oportunidad de apuntarse al club (aunque no fuesen francófonos como le ocurrió a Obiang) por ser buenos vasallos de la Françafrique.
¿Que Francia tenía que maniobrar para que Mauritania abandonase el eje africano prosaharaui (el liderado por Argelia) y participase en la invasión del Sáhara español? Pues mientras Hassán II preparaba la Marcha Verde ahí tenía la diplomacia gala a los presidentes de Senegal y Gabón actuando de correveidiles entre su base y las demás capitales del eje para apretarle los tornillos a Uld Dadah (el entonces presidente mauritano).
¿Qué en la OUA, tras la invasión marroquí, Argelia y sus aliados peleaban para que hubiese una cumbre sobre el Sáhara donde tenían todas las bazas de que fuese reconocido el POLISARIO? Pues ahí tenían los franceses a Bongo en la presidencia de la organización encargándose de sabotear la jugada y, sobre todo, de que no hubiese condena a los bombardeos de las fuerzas aéreas francesas contra los saharauis.
¿Que Francia quería hacerse también con la explotación de las riquezas mineras y petroleras de Guinea Ecuatorial? Pues ahí tenía de nuevo a Bongo y Hassán II actuando en comandita (que para eso se hicieron grandes amigos), el primero para convencer a su vecino y medio pariente Obiang de que lo que le convenía para convertirse en un dictador longevo era abandonar la hispanidad y formar parte de la comunidad francófona de la UDEAC (con el franco como moneda común); el segundo, rematando la faena, con el envío a Malabo de una guardia marroquí con la supuesta misión de garantizar la seguridad del dictador que acababa de dar un golpe de estado a su tío Francisco Macías.
Por cierto, me contaba hace poco Severo Moto (el opositor guineano recientemente enchironado por los jueces de la Audiencia Nacional), cómo él fue testigo directo de la primera consecuencia política que tuvo el envío de esta guardia marroquí a Obiang: la de hacer cambiar en las votaciones de la Asamblea General de la ONU el tradicional voto de Guinea Ecuatorial a favor de la autodeterminación saharaui, por la adhesión a la postura marroquí. Fue el comienzo de una gran amistad del dúo Hassán II-Bongo con el cleptócrata Obiang que explica la reciente visita a Guinea de Mohamed VI.
P.D. Querida Antònia P., pues no, no sabía nada de candidaturas conjuntas pero esto es lo que pasa cuando una se pone a reflexionar en voz alta mientras prepara un gazpacho, que sin comerlo ni beberlo la has liado (no veas la de mensajes que recibí en el correo sobre el tema). Para que Edgardo vea que no sólo le pasa a él lo de que en este asunto del Sáhara, hasta lo que parece insignificante, no lo es tanto. Pero no voy a ser tan disciplinada como él que se ha puesto a investigar, y no porque tema un bombardeo de la Al Qaeda de la que habla el profesor Ruiz Miguel, sino porque al fin y al cabo no se puede estar en todo y, sí, lo confieso, tengo que centrarme en preparar unas breves vacaciones, que ya me toca un receso para volverme a rehidratar de tanta sequedad y quemazón que da el moverse en arenas movedizas. Y no te preocupes de pequeños despistes ortográficos a los que somos dados los bilingües (yo también lo soy) porque lo importante aquí, son otras cosas…¿no?
Una mirada a África como tablero de la geopolítica internacional
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